Para entender el juego y las expectativas que generan las condiciones de Son Heung-Min, se debe subir a una máquina del tiempo y viajar a un pasado no tan lejano. Todo empezó con un acuerdo entre Hamburgo y la Asociación Coreana de Fútbol. En 2008, con apenas 16 años, el por entonces adolescente surcoreano se trasladó a Alemania para formarse como futbolista y explotar esas condiciones innatas que olían sus entrenadores. Claro que el delantero supo aprovechar luego esa oportunidad: dos años después, terminó siendo el jugador más joven de la historia del club en debutar en la Bundesliga. Y cuatro años después de ese viaje trascendental, para romper un récord, se convirtió en el futbolista más caro de la historia de Bayer Leverkusen, institución que pagó 10 millones de euros para sumarlo a su plantel.
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Hoy, sus destrezas –bien valoradas- las disfruta el Tottenham de Mauricio Pochettino. Sólo en la última temporada con el equipo de Londres, marcó 21 goles (14 en la Premier League), una cifra para nada despreciable en una de las ligas más importantes del mundo. Ese mismo año, fue nombrado dos veces jugador del mes en el principal certamen que tiene Inglaterra, el mismo que está repleto de figuras internacionales.
El asiático (25 años) es tan sorprendente que, a primera vista, cuesta saber si su pierna más hábil es la derecha o la izquierda. Ya participó en el Mundial de Brasil (tres partidos como titular y un gol, quedando eliminado en la primera fase). Y, para destacar, fue incluido en el equipo ideal de la Copa de Asia 2015 (también jugó la edición de 2011), en la que fue subcampeón con su querida Corea del Sur.
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Su factor negativo, a tener muy en cuenta: se lesiona con frecuencia. Su entrenador, Shin Tae-Yong, deberá mimarlo bastante para que llegue a Rusia en las mejores condiciones posibles…
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