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Mete mano: para Guillermo, equipo que gana, se toca

"Equipo que gana no se toca" es, acaso, una de las frases hechas más antiguas del fútbol y una a la que Guillermo Barros Schelotto jamás le dio demasiada importancia. "La única vez que repetimos, perdimos", explicaba durante el campeonato pasado. Ahora, con más de 400 días como el único líder del torneo local, no se conforma: como pocas veces antes, busca variantes para reencontrarse con un funcionamiento que le devuelva el juego a Boca.

Desde que reinició la Superliga, el conjunto del Mellizo consiguió dos triunfos y un empate, pero tuvo un claro déficit a la hora de generar juego. Si la lesión de Fernando Gago ya lo había dejado rengo durante los últimos meses del 2017, la ausencia de Pablo Pérez en este principio de 2018 terminó de evidenciar el problema más grande que tiene el DT. Nahitan Nández y Wilmar Barrios podrán estar hechos a la medida del hincha, pero no terminan de aportar la faceta creativa que tanto extraña el Xeneize.

Por primera vez en lo que va de la Superliga es una incógnita cómo, pero específicamente quiénes, saldrán al campo de juego del Florencio Sola. A lo largo de la semana, Guillermo fue probando diferentes variantes, entre las que se encuentran el debut de Emanuel Reynoso como interno por izquierda, la presencia de Gonzalo Maroni y hasta la posibilidad de que Edwin Cardona retroceda a jugar como interno. También apareció Julio Buffarini como una opción, aunque en el lateral derecho, y Guido Vadalá en la delantera junto a Carlos Tevez y Cristian Pavón. En cualquier caso, el regreso al 4-3-3 ya parece irreversible.

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Quien pica en punta es el cordobés, el último refuerzo en llegar, pero a través de un deseo propio del cuerpo técnico. ¿Qué ven en él? La posibilidad de recuperar algo del rendimiento perdido a través de un chico al que, en cada entrenamiento que pasan, lo ven más comprometido en la creación y con una capacidad de desequilibrio similar a la que aportaba Ricardo Centurión, aunque desde unos metros más atrás. 

El 1-0 ante Temperley no convenció a nadie, ni siquiera a los propios jugadores, quienes reconocieron que no se están haciendo las cosa bien a pesar de los resultados. "No hicimos nada de lo que trabajamos en la semana", admitió Jara ni bien terminó el encuentro. Julio Buffarini también se sumó a la autocrítica: "Tendríamos que haber hecho un buen partido por nuestra jerarquía". El que tomó nota fue el entrenador. Así, equipo que gana, se toca.

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