Luis Suarez Liverpool Barcelona Champions LeagueGetty Images

Es Suárez quien ha puesto en duda la profesionalidad de Suárez


OPINIÓN

Luis Suárez aterrizó en Montevideo y no se vio ni siquiera en la necesidad de fingir. Habló de sus molestias en el cartílago y del tiempo que llevaba sanándose de sus problemas, comentó que ya está bien y que se iba directo al entrenamiento, porque el pasado es pasado y ahora le toca pensar en la Copa América. Declaraciones que serían muy correctas si no tuviesen un contexto. El Barcelona, en un comunicado de solo un día antes, aseguraba que se iba a Uruguay para continuar la cura. Se evaporó en la aduana el diagnóstico.

Podría haber escondido las cartas, decir que necesitaba unos días más para estar a tono, pero las horas de avión le borraron su vínculo con Barcelona. Nada de lo que había pasado era importante, su rodilla está perfecta y será él quien se monte a la espalda a la selección. Ese fue siempre el objetivo, llegar al verano lo mejor posible, dar el 100% con su selección. Y sería loable, de no ser incompatible con cumplir al máximo con su club, es decir, de satisfacer el contrato millonario que firmó hace unos años.

Era una elección. Podía haber jugado la Copa del Rey y el final de liga, haber agotado su físico luchando un título con el Barça, pero decidió que no, que eso supondría una adaptación más lenta con su selección, y siempre tiene que haber prioridades ¿quién va a dejarse todo con el equipo que te paga pudiendo darlo todo con la selección?

Un profesional lo es porque cobra, así que lo que señala a Suárez como tal es su relación con el FC Barcelona. Este detalle es importante, porque hace unos pocos días se daba golpes en el pecho asegurando que no hubo uno más involucrado, que él se dejó la piel por su equipo. Que es un profesional. Cuando tienes que explicarlo, como fue el caso, es porque no has dado muestras en persona de que eso sea real.

Y es que, en este caso, no ha parecido muy profesional. Podría haber retrasado esa artroscopia, sabiendo que no tiene sustituto en la plantilla, a cambio de dilatar unos pocos días su preparación con Uruguay. Él marcó los tiempos y los perjudicados fueron los que le pagan la ficha.

Vale que el fútbol se convirtió hace tiempo en el callejón del gato, ese del que hablaba Valle Inclán en el que los espejos distorsionaban la realidad, pero una cosa es eso y otra es que el relato que se vende no tenga ningún sentido.

Luis Suárez se ha pasado un año entero diciendo que estaba bien, que no pasaba nada, que sus males en la rodilla era un invento y un infundio. Todo eso a pesar de que cualquier espectador era capaz de ver que en el delantero de esta temporada no había el nivel de otros años. Fue así hasta que tuvo que parar del todo, cuando se plantó y se tuvo que operar.

"Ah, claro, el cartílago".

Pero no, tampoco valía ese argumento, porque si esa era la respuesta ya todos sabían que podía tirar un poco más con lo mismo. Al fin y al cabo, una lesión crónica como es la del cartílago no obliga a parar un día concreto, así que bien podría haber tirado hasta la final de Copa. Surgió por el camino una oportuna lesión de menisco, que fue la utilizada por el delantero para explicar su ausencia en la Copa del Rey. De cuatro a seis semanas, decía el comunicado. No ha llegado a cumplir el límite por abajo.

El problema ahora es que ha llegado a Uruguay y se le ha olvidado la excusa. "Sabíamos que teníamos margen de sobra", dijo al salir del avión. Después se acordó del cartílago y del propicio descanso, de lo bien que le ha ido todo en estas semanas de asueto. Nada se sabe del menisco, la razón esgrimida para perderse la Copa del Rey. Y es normal que el aficionado del Barcelona no lo entiende, si había margen de sobra ¿por qué el impuesto se lo tuvo que comer su club?

A Suárez le escoció que se pusiese en duda su profesionalidad, pero son sus decisiones y sus frases las que realmente empujan a esa sensación.

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