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El Mago Jiménez, cada vez más ídolo, el héroe de la clasificación de Palestino

“Estaba viendo qué equipo iban a hacer los dirigentes. Es decir, si se iban a reforzar de buena manera para enfrentar el año. Si iban a armar un equipo para pelear el descenso, como el año pasado, no habría seguido ‘nica’. No me iba a quedar a sufrir, aunque en el fútbol nunca se sabe”.

Luis Jiménez dudaba de qué hacer. Si quedarse en el club que lo impulsó al mundo o irse. El argumento del campeonato anterior había sido complejo. Muy cerca del descenso estuvo Palestino. Hasta que la historia cambió. Ahora, sonríe, en la cancha de Universidad Católica. Acaba de hacer un gol, clave, para que su equipo se meta en la fase de grupos de la Copa Libertadores.

Basta con ver caminar a Jiménez para entender que se trata de un jugador distinto. Un enganche que deambuló por los mejores fútboles del mundo: Inter, Lazio y West Ham. El Tino-Tino fue su primera casa. Y volvió. Y le dieron el lugar que merecía: con un esquema de 4-3-1-2 que no varía, se para de enganche, como los viejos talentosos que, a fuerza de pisadas, se ganaban libertades en la cancha.

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El Mago marca la diferencia sin meter un gran gesto técnico. Por alguna razón, las pelotas complicadas siempre le quedan a los históricos. El centrodelantero aguanta, Pablo Guiñazú no llega a cerrar y él queda frente a frente con Guido Herrera. Define abajo, al otro palo. El gol es clave. 

Aunque no tuvo su mejor partido: 35 pases con un 77% de precisión y no pudo generar siquiera jugadas ni habilitaciones muy claras, provocó faltas para su equipo y eso es importantísimo en el máximo certamen continental. Lo importante, igual, está en el resultado y ahí él queda con la gloria puesta sobre los hombros.

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