Thomas Müller Bayern Lyon GnabryGetty

Thomas Müller y cómo ser el mejor jugador sin que nadie te lo reconozca


EDITORIAL

Los números de Thomas Müller son fantásticos. Desde que es futbolista profesional, ha conquistado 23 títulos con el Bayern Munich y una Copa del Mundo. Al corazón del gigante de Baviera, renovado hasta 2023 cuando cumplirá 14 años desde su debut en 2009, los años no le han venido en vano. Cumplió cien partidos con su querida Selección de Alemania, por la que marcó 38 goles (10 en mundiales), jugó en todas las posiciones imaginables para un ofensivo y lideró cuánto proceso ha tenido al frente pero nadie nunca le dijo que era el mejor, aunque ese parecía ser precisamente su objetivo. Este domingo fue parte del hexacampeonato por Champions de su escuadra y, de paso, del segundo triplete en la historia.

El nacido en Weilheim in Overbayern en 1989 siempre ha mantenido un perfil más bien bajo. No es que el multiganador, inmerso en la era Messironaldista, no presuma de sus innumerables victorias, sino que jamás buscó las luces en la espera de que estas llegaran a su figura. No es el de mejor remate, ni el del video con el gol más lujoso, pero sí es el más regular, el que empodera a los de sus costados y el que, callado, gana y gana y no se cansa de ganar.

En medio del terremoto que supuso para el resto de los candidatos a ganar la Champions Legue el nivel del Bayern de Flick, dueño del hexa tal y como el Liverpool, aseguró que la superioridad alcanzada por su escuadra contra el Barcelona era todavía mayor a la que notó en el 7-1 de Die Mannschaft contra Brasil en 2014, cuando también protagonizó. Y buena parte del rendimiento, Hansi se lo debe a la actitud de su gran líder.

No portada - Müller a cuerpo completoMATTHEW CHILDS/Getty

Müller juega y hace jugar. Sin balón, cubre los espacios. Con balón, arrastra las marcas, dibuja diagonales, es el habilitador por excelencia y patea al arco. Es un peligro vivo en cada momento. No desperdicia situaciones porque cada una cuenta. Hay más: de espaldas, actúa como 9 falso y propicia que Lewandowski se mueva a su merced. En la banda, es relevo de Coman, Gnabry o Perisic para que estos centralicen su juego. Si arrancó la campaña como extremo y la acabó como mediapunta no es casualidad. Y como la colectividad es prioritaria para el entrenador que sucedió a Niko Kovac, casi nunca hubo espacio para Coutinho, más regateador aunque más individualista. Lo detectó por ejemplo Demichelis, que relató cómo son las reuniones futbolísticas de los lunes en el predio: 45 profesionales, análisis de cada video haya disponible, presión de la jefatura y, sobre todo, el convencimiento de que en el más grande de Alemania todos deben adecuarse a jugar en más de una posición. En aquella charla, Claudio Pizarro aportó que es de esos "jugadores con mentalidad alemana, que mantienen la concentración los 90 minutos. Tiene una capacidad para leer situaciones tan rápido como casi nadie". Mediar y dormir no están en su lenguaje.

El posicionamiento de una de las realidades más letales de la cantera del Bayern es diametralmente aplaudido. Müller los releva a todos en una institución que muta y hasta se permite no poner defensas. Se para de lateral si Kimmich está en carrera. Jamás le hace asco a defender, a entenderse con Manu Neuer con y sin palabras. Cubre el mediocentro si Goretzka o Thiago deciden picar en ofensiva. Es el jugador más completo del planeta a la hora de hablar de mediapuntas que pueden cumplirte, a cabalidad, en el eje del ataque, en el medio o en los costados. Tiene cambio de ritmo, explosividad y finiquito. Sin ser la velocidad su principal virtud, conoce los extremos, sabe cuándo ir y cuándo volver y a quién ganarle la espalda si las circunstancias lo permiten.

En el triplete conquistado allá por 2013, Müller aportó 23 goles. Cocinando el sueño del segundo tri de la vida, sumó 26 asistencias, que le permiten redondear 2.5 pases determinantes por partido. En la final fue por el centro, por la derecha. Hizo lo de siempre. Hasta traspasó calma en las divididas, además de generar dos chances y batallar junto con los defensores. Ya jugó Sudáfrica, ganó Brasil y se fue llorando de Rusia. En Qatar tendrá otra oportunidad, siempre y cuando Löw deje de borrar a los hombres de confianza con los que configuró una nueva década dorada. Müller es de esos atletas que incluso goleando al rival apela al perfeccionismo y se lamenta con cada resolución malograda entre las acciones de riesgo. Es de esos winners que además de jugadores son verdaderos adiestradores dentro del campo, pues incita a que los jóvenes crezcan y se contagien con el ADN de salir siempre a presionar al que está al frente (hace recordar a Ballack), por más gigante que este sea o más allá de las condiciones que se presenten (el 7-1 es muy gráfico: manejar un Mineirao en contra no es sencillo). Encima es un fanático del juego y lo entiende de memoria. Así se anticipa a los destinos del esférico, su objetivo y su arma letal a la que trata con cariño.

Thomas Müller es el mejor jugador del mundo sin que nadie se lo reconozca y lo es no queriendo que nadie lo haga. El silencio lo hizo grande, tocar el olimpo de la alta competencia y el tiempo le dará los reconocimientos esperables. Por sus fanáticos, claro, porque antes que las premiaciones siempre va a poner por delante la disciplina y el amor por el deporte de su vida.

Bayern Munich celebrate Champions League titleGetty
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

🤩 ¡Extraordinaria temporada del Bayern! . 🏆 BUNDESLIGA 🏆 CHAMPIONS LEAGUE 🏆 COPA DE ALEMANIA

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