Ruben Uria BlogGoal

Últimas horas con Valverde

Nada más acabar la semifinal de la Supercopa de España ante el Atlético de Madrid, el vestuario del Barça abandonó el césped completamente abatido. Sabían que las críticas serían feroces y que había sido culpa suya por dejar escapar un partido ganado. Ernesto Valverde asume que la directiva ya no le respalda al cien por cien e intuye que tendrá que cargar con todo el peso del fracaso. Luis Suárez, Messi y Piqué exculparon a Valverde del descalabro. Lo hicieron, como siempre, en público y en privado, conscientes de que el técnico nada había tenido que ver en la dolorosa derrota, ya que durante 70 minutos el Barça recuperó las mejores sensaciones de la temporada. Sin embargo, a pesar de que varios de los pesos pesados siguieron respaldando al técnico cacereño, parte del vestuario decidió optar por lo más común en estos casos: defender al todavía entrenador en público y afearle en privado. La directiva, que llevaba tiempo desconfiando de Valverde, entiende que la Supercopa es la gota que ha colmado el vaso de la paciencia. El club, decidido a romper la baraja con Valverde, sondea sin éxito a Ronald Koeman. Y tras el “no” del holandés, la directiva escucha el discurso insistente de varios jugadores que, con Valverde, han perdido su estatus de titularísimos. La sugerencia de esos jugadores es apostar por Xavi Hernández. Así matan dos pájaros de un tiro: consiguen que salga el técnico que no les concede todos los minutos que quieren y llega otro al que conocen perfectamente. 

El club decide enviar a Óscar Grau y Eric Abidal a convencer a Xavi, que tiene contrato en vigor en su club, Al Sadd. El encuentro, que debía ser discreto, acaba filtrándose. El asunto se hace de dominio público por las migas de pan que una de las partes de la negociación se encarga de ir dejando, así como por la falta de discreción de los jugadores que, entregados a la posible llegada de Xavi, hacen demasiado ruido. El caso es que Valverde, con contrato en vigor, tiene que desayunarse con un sondeo a Ronald Koeman y con un viaje de dos empleados del club para contratar a Xavi. El cacereño sabe que su suerte está echada, que le van a despedir y que está viviendo sus últimas horas en el Barça. Está decepcionado por las formas del club y está decidido a que el club le pague la totalidad de su contrato. Son sus horas más difíciles. La filtración interesada de la reunión con Xavi deja a Valverde a los pies de los caballos. Suárez, Messi y Piqué, por enésima vez, trasladan a su todavía míster que, decida lo que decida el club, siempre estarán agradecidos.

Cuando Xavi decide dar largas al Barça y seguir en el Al-Sadd, el malestar inunda el vestuario azulgrana. Unos consideran que han dejado escapar al mejor entrenador posible. Otros opinan que los que han sugerido el nombre de Xavi han hecho un flaco favor al equipo, porque a la hora de la verdad, Xavi se ha "rajado" y les ha dejado tirados. El asunto se enreda y la situación es insostenible. La opinión pública se harta, el periodismo coincide en denunciar que Valverde no se merece una situación tan desagradable y el club apura su penúltimo cartucho. Sondea a Allegri. Y el italiano, tras una conversación informal, declina la posibilidad.Tras el “no” de Koeman, el "no" de Xavi y la poca predisposición de Allegri, sólo queda una bala en la recámara: contactar con Quique Setién. Bartomeu habla con Valverde, le traslada su despido, la relación se rompe y los servicios jurídicos negocian el finiquito para romper el contrato. Es el fin de Valverde. Se va con Roma y Anfield en el debe. Y con dos Ligas, una Copa del Rey y una Supercopa en el haber. Sus últimas horas fueron amargas. Suárez, Messi y Piqué le apoyaron hasta el final. Otros jugadores se bajaron del tren en marcha. Valverde, guste más o menos, se fue sin una mala palabra. Quizá porque, en esta vida, es mejor tener valores que presumir de ellos.

Rubén Uría

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