Esta vez, Tecatito Corona no declinó la convocatoria de la Selección Mexicana, como tantas veces había ocurrido. Fue uno de los pocos "europeos" que aceptaron disputar un par de amistosos que, sin técnico oficial, dejan poco más que la anécdota.
Sin embargo, la estelaridad quedó pendiente. Corona no pesó en la cancha ni contra Costa Rica, en los 29 minutos que disputó en sustitución de Roberto Alvarado como extremo izquierdo, ni contra Chile como titular en el tridente junto a Jiménez y Lozano.
La velocidad y el regate acostumbrados se hicieron presentes en un par de ocasiones. Desbordó por la banda derecha y golpeó las redes por fuera. Intentó más tarde y demoró la decisión. La amenaza no se hizo efectiva y dejó el campo sin dejar marca.
Por edad y condiciones, Tecatito estaba llamado a ser eje de la próxima generación del Tricolor. De esta convocatoria, disminuida en referentes, él es uno de los más experimentados.
¿CUÁNDO JUEGA MÉXICO?
Tiene 25 años y se ha mantenido en el futbol europeo, pero previo al Mundial vivió su peor temporada con el Porto: completó un solo partido y su presencia se limitó a la de espectador en la banca, muy lejos de la primera temporada que lo volvió indispensable desde el arranque con buena racha goleadora.
El mal paso lo marginó de ser considerado por Juan Carlos Osorio en Rusia, precisamente cuando México adoleció de poderío en el ataque. Sumó 34 minutos, nada para resaltar, pero suficiente para una nueva oportunidad ahora con Ferretti.
Con 20 años de edad, Tecatito Corona dejó el futbol mexicano en 2013 para ir al Twente, su primera experiencia en Europa. El fichaje por el modesto club de la liga holandesa parecía solo el escalón previo a la estelaridad que su talento sugería.
El Porto apostó por él en 2015, firmó por cinco temporadas y su presentación en la Primeira Liga pagó bien. En algún momento Tecatito dejó de ser "buen negocio" y en la presente campaña suma 8 participaciones de menos de 30 minutos.
Ahora que los adjetivos se han diluido en los escasos chispazos persiste el temor de que la explosión se quede pendiente entre las lesiones y los problemas personales que se plantean como motivos del desgano y la baja de juego. Entonces México habría perdido otra promesa en el camino.
