Un error es normal. Dos errores son un llamado de atención. Tres errores ya son el reflejo de que algo no está bien y hay que corregir. El primer error fue de Olivera ante Santa Fe y terminó en derrota 1-2 por Copa. El segundo error fue de Gómez ante Pasto y terminó en empate 1-1, cortando la racha de victorias del verde. Y el tercer error fue de Perea ante Pereira y terminó con derrota 1-2, la primera en lo que va de la Liga.
El juego elaborado y la salida desde la zona defensiva es un principio de juego para los antioqueños, perfectamente válido e históricamente marcado dentro del estilo que procura presentar el equipo, por encima de nombres en la cancha o en el banquillo técnico.
Para no ir muy lejos, el empate en el Hernán Ramírez Villegas nació en Kevin Mier y terminó en Jefferson Duque, en una ejecución perfecta, pero los errores volvieron para que el Pereira celebrara el 2-1 parcial y luego el 3-2 final. Entonces el punto fuerte también es debilidad porque los rivales aprendieron a leer el libreto tanto como el intérprete.
Tres errores que costaron tres goles, coincidiendo en tres partidos en los que la imagen de Nacional no fue brillante y dejó bastantes sin sabores. El verde, si bien es líder único y primer clasificado al Cuadrangular con sobrados argumentos, también ha flaqueado en las últimas salidas y el sabor en la boca no es el mejor, tanto individual, como colectivamente.
Que la pérdida del invicto le sirva a Nacional para aprender de sus reiterados errores porque ya no son aleatorios. Que sirva para volver a las bases y los puntos fuertes del juego, a la confianza y sobre todo a la responsabilidad adquirida con el hincha, al respeto por la camiseta y el compromiso por la campaña que aún le falta lo más importante para pasar a la historia. Se ha sembrado, pero no cosechado. La planta aún está en crecimiento.
