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Ruben Uría Blog

Rubén Uría: "El Madrid, convertido en un muñeco de trapo"

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Roto, desestructurado, desorganizado y acomodado. Después, desesperado, desarticulado, desconectado y precipitado. Y luego, golpeado, acongojado, muerto de miedo y al final, ejecutado. Lo que queda del Real Madrid acabó sepultado por sus propios disparates y por un Ajax descarado, valiente y fresco. El Madrid, que podrá seguir presumiendo de sus Champions el tiempo que considere necesario, ya no podrá presumir de esta edición. Entre otras cosas, porque desde el comienzo de temporada al día de hoy, se ha pasado la vida presumiendo en vez de jugando. Perezoso, arrogante y previsible, tanto en los despachos como en el campo, el Madrid ha logrado dilapidar una herencia espectacular, tres Champions en tres años, para convertirse en una caricatura de sí mismo, en un Madrid de Hacendado. Fue un muñeco de trapo. Un juguete roto en el Bernabéu. Sin pulmones, sin piernas y sin gol, todo corazón, sucumbió ante un equipo que fue ampliamente superior. Tanto, que hasta dio miedo ver en qué se ha convertido un equipo que antes era el terror de Europa y ahora es un muñeco de trapo. Un "meme". Vivir para ver.

Como el movimiento se demuestra andando y el Madrid, que lleva meses mirándose al ombligo, cometió todos los pecados que se pueden cometer: lujuria, pereza, gula, ira, envidia, avaricia y soberbia. Demasiado para cualquier club. Incluso para el Madrid, que ha sido incapaz de reaccionar y ha terminado muriendo de éxito, aplanado y pisoteado, en su propio templo, por un Ajax repleto de talento y juventud, pero con un potencial menor que el de un equipo que antes se paseaba por Europa y ahora se arrastra como un alma en pena. El Ajax cenó puré de campeón. Y allá donde esté, Cruyff se sentiría orgulloso. Sus discípulos en una noche tan histórica como memorable, le dieron un soberano baile a un Madrid fatigado, sin pulmones y sin aliento, que acabó viendo cómo los holandeses le pasaban la mano por la cara. Tadic jugó como los dioses, De Jong dio un curso de fútbol, Neres de frenar en seco, De Ligt de marcaje y anticipación, y Schone, de libres directos. Entre la belleza del fútbol del Ajax y la alfombra roja de lo que queda del Madrid, desplomado, la noche fue holandesa. Y los lamentos, del Madrid. Algún día debía pasar.

Al equipo de Solari, que a dia de hoy no tiene nada que ver con Julia Roberts, le faltó fútbol, le faltó físico – tres partidos en seis días, sin rotaciones -, le faltó gol y además, también le faltó suerte. Esa que otros años le sonreía y que, este año, le hizo la cobra. Negado en todo, rendido a su suerte y a una temporada digna del contenedor de la basura, el Madrid se despidió de la Champions, su competición fetiche, con un hundimiento descomunal. Sólo Modric, orgulloso, mantuvo la bandera en pie. Lucas y Vinicius, llorando, se fueron por lesión. Carvajal, roto, admitió que era una “temporada de mierda” . Bale, pitado, no dio soluciones. Y Kroos, que luego se enfada cuando Schuster le canta las verdades del barquero, logró que su equipo jugase con uno menos durante todo el partido. Jugadores, todos, que le han dado mucho al club, cierto, pero que esta noche se hicieron un flaco favor. Normal que el Bernabéu fuera un funeral. Motivo había.

Durante tres años seguidos el Madrid presumió de ganar en primavera. Este curso, scn Cristiano fuera de circulación y Zidane dando la espantada, llegó el previsible desastre y lógico fin de ciclo. Y esta noche, el verbo del Madrid fue perder antes de primavera. Conclusión, “nadaplete” en camino. A comienzos de marzo, el Madrid está sin Liga, sin Copa y sin Champions. Estrepitoso fracaso. Después de dos palizas físicas y morales del Barcelona, que ya tiene el Bernabéu como su jardín privado, la semana negra de Florentino se cerró con un festival del Ajax: en seis días, tres competiciones a la basura. Normal cuando no tienes gol, cuando te pesan las piernas, cuando estás lleno de miedo, cuando no puedes con la responsabilidad y cuando quieres y no puedes. Las tres Champions opacaron la realidad actual: un presidente contra las cuerdas, un entrenador con un contrato que es papel mojado, con una plantilla agotada, con medio vestuario revuelto y  varios meses por para especular con una amplia lista de fichajes y una aún más larga lista negra. Como el tendido siete del Bernabéu parece anestesiado y nadie tiene cuello para girarlo al palco, nadie podría extrañarse si el desastre deriva en un fado nostálgico cuyo apellido es Mourinho y cuyo nombre es José. Todo ok, José Luis.

Rubén Uría

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