Marcelo Gallardo es un entrenador que asume riesgos. Muchas veces le sale bien. Y otras, como este domingo, se complica solo. Así, para seguir en la Copa de la Liga Profesional, River debió meterse en un terreno que desconoce: el de esperar resultados ajenos. Y lo que más se reprochará el DT es su responsabilidad en esta situación.
Porque no se trata solo del campeonato local, esquivo durante estos casi siete años, aunque se trate de una copa nacional y no un torneo local. Se trata de la Copa Libertadores y del calendario, que lo tendrá viajando a Colombia dos veces en una semana, para visitar a Santa Fe y a Junior respectivamente. Y en pleno trajín, tal vez era este domingo la chance de dosificar energías.
El fútbol, al final de la historia, es un deporte en el que once jugadores intentan meter la pelota en el otro arco más veces que el equipo rival. Y que de esa cantidad de goles depende el lente para analizar el partido. Porque si el remate de De La Cruz en el primer tiempo pegaba en el travesaño y entraba, se hablaría de cómo responde el plantel del Millonario a la exigencia. No ocurrió. Es contrafáctico.
River perdió y los titulares sumaron otros 60, 70 o 90 minutos. Los mismos que vienen afrontando la doble competencia en la que prácticamente no hay descanso. Durante toda la semana, el Muñeco coqueteó, o al menos eso trascendió, con la rotación. Hay jugadores que necesitan el descanso y si el partido ante Aldosivi también es determinante, hoy podía ser la ocasión. Y si algo logró el entrenador es tener a los suplentes en un nivel superior al de la media del fútbol local.
Párrafo aparte para la repetición del esquema que el miércoles había cumplido y poco más. Es verdad que libera a Montiel y Angileri, principales armas en ofensiva. Pero nuevamente le sobra un jugador en la última línea y cuando se comete un error como el de Díaz, que costó el gol de Álvarez, se nota aún más.
Todo había quedado fuera del control total de Gallardo en la Copa de la Liga Profesional, pero la derrota de Racing en Santiago del Estero le devolvió la posibilidad de ser el artífice de su propio destino y, si derrota al Tiburón, estará en los cuartos de final de un torneo que estuvo cerca de dejar pasar por no poder y no saber cómo.