River Plate Copa LibertadoresMatthias Hangst

River no se iba a olvidar de ser River

Cuatro años y siete meses. 226 partidos oficiales. Más de 20 mil minutos. No, los jugadores de River no se iban a olvidar fácilmente de todos los conceptos que les brindó Marcelo Gallardo. No, no se iban a olvidar de la rebeldía que les exigió -y enseñó- el entrenador durante este tiempo. No, no se iban a olvidar de ser ese Millonario que fue campeón de esta misma Copa en 2015. O ese que venció a Boca por la Supercopa Argentina, en marzo de este año. Ese mismo River que tuvo la desfachatez de dar vuelta la serie de semis ante Gremio en el último segundo. O aquel que le empató el partido a Boca en La Bombonera dos veces en la primera final, esa que se jugó 28 días atrás.

River no se iba a olvidar. Y no lo hizo. Aunque en el primer tiempo ante Boca en el Santiago Bernabéu pareció haber tenido amnesia temporal: impreciso, sin respuestas, cediendo la pelota y el protagonismo. Pero le duró poco (aunque para todos los hinchas se haya hecho eterno), porque en los segundos 45 minutos volvió a ser ese mismo que se puso el mote de candidato después de ganarle a Racing con una autoridad abrumadora en octavos de final. Ese mismo que se reinventó en cada partido en el que las lesiones lo obligaron a cambiar. Ese mismo que se enojó cuando perdió su sexto partido consecutivo en el 2018 ante Vélez, en febrero. Que se enojó y, después de esa derrota, acumuló 32 partidos sin perder. El mismo que dio vuelta el partido en el Santiago Bernabéu, para terminar ganándolo con justicia.

River, contra Boca, fue River. El River de Gallardo.

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