El traspaso de Raúl Salinas de América a Pumas ha sido uno de los puntos más candentes de la rivalidad que se ha forjado entre los equipos capitalinos. En el año 2006, Universidad Nacional decidió reforzarse con el lateral pensando en la Copa Libertadores; lamentablemente para su causa, la parcialidad auriazul no le perdonó su paso por el Nido.
Joaquín Beltrán y Miguel España fungieron como conciliadores en la tensa situación, aprovechando su liderazgo para calmar los ánimos. Con el paso de las semanas, el jugador fue custodiado por elementos de seguridad UNAM, e incluso salía en la cajuela de los automóviles de algunos de sus compañeros, logrando para pasar inadvertido.
El fanatismo rebasó a los hinchas, que hicieron pasar una pesadilla a un futbolista que únicamente cumplió un compromiso laboral. Para la afición de Pumas, nada que huela al América será bien recibido defendiendo sus colores.
A la salida de los entrenamientos, el futbolista era encarado por la afición, que lo abordaba y no lo aceptaba como miembro de su equipo. Incluso en una ocasión, fue golpeado a la salida de un partido amistoso ante Toluca.