Ivan Rakitic Sevila Champions LeagueGetty Images

Rakitic y el Sevilla: es su estadio, es su ciudad

El Sevilla es un club con un ecosistema propio tan complicado como atractivo. El crecimiento experimentado por el club en los últimos 15 años repletos de hitos y títulos ha colocado la ambición deportiva de la entidad a la altura de la exigencia de su afición.

Esa exigencia ha provocado en muchos casos que el club nunca se relaje y busque siempre seguir aspirando a cotas más altas pero también ha fagocitado carreras de futbolistas y entrenadores. Entender a la grada del Ramón Sánchez-Pizjuán es una labor compleja que incluso se resiste a los que hemos convivido con ella durante toda la vida. No obstante, pocos estadios son capaces de dar tanto cariño y emoción al profesional. Por eso se explica que todo aquel que triunfó en Nervión siempre alberga el deseo de acabar volviendo.

Suscríbete a nuestro canal de Telegram sobre el Sevilla FC y recibe todo el contenido de Goal sobre tu equipo al instante en tu móvil

El artículo sigue a continuación

Así fue el caso José Antonio Reyes o Jesús Navas, dos hijos pródigos que volvieron del exilio para levantar plata, pero también de jugadores que sin haber nacido en Sevilla llegaron a sentir el coliseo de Nervión como su casa. Dentro de este segundo grupo se enmarca el nombre de Ivan Rakitic.

El croata eligió volver a Sevilla cuando su salida del Barcelona podría haberle invitado a buscar un destino exótico en el que vivir un retiro dorado. Precisamente de venir a colgar las botas se le ha acusado en no pocas ocasiones desde su vuelta pero el 10 se ha empeñado en demostrar que no.

Cuando la temporada ha entrado en un tramo decisivo y el balón más quema, Rakitic ha desempolvado su mejor fútbol para echarse al Sevilla a la espalda. Al más puro estilo de su amigo José Antonio Reyes, al que homenajea llevando su número, el croata brilló en el derbi en el Benito Villamarín completando un partido soberbio.

Tras el encuentro reconoció que se había picado tras sus últimas suplencias y trabajó más que nunca para volverse a ganar la confianza de Lopetegui de cara al siempre atractivo duelo ante el Betis. La victoria en el Villamarín supuso un punto de inflexión para él y después del parón de selecciones, Rakitic, que colgó las botas con Croacia para centrarse por completo en su segunda etapa en el Sevilla, se he erigido en el jugador más decisivo del equipo.

Ante el Alavés logró el gol del empate en el tiempo de descuento y ante el Wolfsburgo jugó el que probablemente fue su mejor partido desde su vuelta a Nervión. Dio una asistencia medida a Joan Jordán, entendió en cada momento el ritmo que pedía el encuentro y su esfuerzo en la presión a los alemanes llegó a ser por momentos conmovedor. Fue el que más ocasiones creó, el líder en pases en el último tercio del campo, el que más entradas ganó y el que más faltas provocó.

Las sensaciones que transmite en el campo son diametralmente opuestas a las del principio de temporada y ha recuperado la frescura que el coronavirus le robó en las primeras semanas de competición y va engordando sus estadísticas sumando ya 3 goles y 2 asistencias.

Como sevillista de adopción, Rakitic es de esos jugadores que entiende los códigos a veces insondables de la grada del Sánchez-Pizjuán. Fue capaz de ver que las críticas no se cebaban con él sin motivo, que si el sevillismo le pedía más es porque sabe mejor que nadie el fútbol que aún tienen sus botas y que sacó a relucir en la noche del pasado martes ante el Wolfsburgo. El sevillismo le exige porque desea seguir disfrutando con él. Rakitic ha demostrado que lo entiende porque como él mismo dijo antes de un derbi en el túnel de vestuarios: "es su estadio, es su ciudad" y aún le quedan noches de gloria por dar en Nervión.

Anuncios