OPINIÓN
Siempre se dice que el público del Santiago Bernabéu es de los más exigentes que hay en España. Las pobladas gradas de Chamartín son capaces por igual de premiar a un rival ajeno al club que de silbar a una jugador de la propia plantilla, como ocurrió anoche con Gianluigi Buffon.
Buffon, Ronaldinho y los jugadores aplaudidos por el Bernabéu
La afición del Real Madrid adora el buen fútbol y el compromiso a través de la lucha y el sacrificio. Aquellos jugadores que han sabido mezclar esos conceptos se han erigido como los favoritos. Aunque quizás la particularidad más notoria del hincha merengue es el generoso acto de aplaudir a rivales: tanto a los criados en la Casa Blanca, aquellos sin ningún vínculo con el Madrid pero que han realizado un gran partido en el Bernabéu o las estrellas consagradas que arrastran una trayectoria sobresaliente en su expediente.
La expulsión de Buffon provocó que el italiano enfilara el camino a los vestuarios. Momento que aprovechó el madridismo para ovacionar al unísono al cancerbero de la Juventus. No es el primer contrincante que sale entre palmas como un ídolo propio, ni será el último. Es un gesto que surge de los socios de manera espontánea, bajo ninguna obligación. Una nómina de elegidos a la que se sumó merecidamente Buffon.
Getty ImagesEntre esos elegidos no está Higuaín. El ‘Pipita’ no es canterano blanco ni jugó un buen partido, tampoco tiene una extraordinaria carrera en su currículo, pero sí muy notable y más que aprovechable. Pero es que además el delantero argentino tuvo un pasado como jugador del Real Madrid, donde llegó muy joven para terminar curtiéndose como ariete y ayudar a conseguir títulos para la entidad de Concha Espina. Algo que Buffon nunca ha hecho.
Gonzalo Higuaín escuchó música de viento mientras se dirigía al túnel de vestuarios. Cariacontecido por el resultado, y puede que también por la reacción de los hinchas, el delantero escuchó pitos en su regreso al coliseo blanco, que ayer levantó el pulgar para Buffon mientras lo bajó para uno de los gladiadores que defendió sus colores y lo condujo a la gloria; mejor o peor, pero siempre con honor y que pese a ello recibió silbidos. Algo difícil de entender. Incluso para alguien que ha visitado muchas veces Chamartín.




