
La metodología del fútbol alemán, uno de los más sólidos ecosistemas del mundo por sus pilares básicos e identidad inalterable, empezó a verse en peligro a finales del pasado siglo. Una serie de malos resultados a nivel de selecciones y, sobre todo, la idea de no regenerar conceptos que otros países si estaban siendo capaces de introducir para alterar la manera de afrontar partidos, hizo reaccionar a la Federación Alemania (DFB) y a la Bundesliga. Ambos, implantaron un sistema nacional unificado para generar un modelo de formación de fútbol.
En 1999, se lanzó he llamado ‘Plan Master’, que buscaba formación y educación de futbolistas desde sus primeros años de niñez, intentando crear una base de trabajo con su propia cantera y ayudar a revertir los fracasos de sus equipos en Europa y la pérdida de imagen-alternativas-argumentos de sus selecciones nacionales. Esa reorganización incluyó, por supuesto, que todos los clubes debían, bajo penas de multas, exigirse contar con su propia academia. Y, ojo, no cualquiera, sino desde categoría Sub 9 hasta Sub 19. Todo, basado en diferentes aspectos relacionados con dos grandes referentes mundiales como Clairefontaine (Francia) y el Ajax (Holanda), aunque adaptadas a la cultura germana y en niños en plena formación escolar. Pocos años después, producto de los primeros chicos surgidos en aquellas academias, Alemania fue campeón de Europa a nivel Sub 17, Sub 19 y Sub 21. Además, levantó el Mundial 2014 con un gol de uno de esos chicos, Mario Gotze. Y es que, globalmente, en los últimos qunce años, uso 270 jugadores de las academias menores llegaron hasta la Bundesliga.
El fruto de semejante obra arquitectónica aplicada al fútbol, no tardó en notarse en el césped pero, quizás sin haber caído en la cuenta, para generar ese talento, se estaba creando otra línea exitosa, la de los técnicos jóvenes y sobradamente preparados por el nuevo sistema del fútbol alemán. Cada una de esas academias maneja decenas de especialistas, preparadores y profesionales de primer nivel que pasan exhaustivos exámenes, pruebas y test para formarse al primer nivel. Enamorados de la pizarra, de los nuevos sistemas tecnológicos, de aplicaciones de última generación puestas a su servicio y de conceptos innovadores que refrendaban que Alemania estaba sacando entrenadores catalogados de auténticos ‘exploradores’. Y allí, en la Academia DFB de Colonia, se formó el alumno más aventajado de todos ellos, Julien Nagelsmann.
Siendo sensatos, al ahora entrenador de moda en Europa, le ayudó a tomar la decisión de asarse a los banquillos las lesiones graves que tuvo siendo adolescente y que mermaron por igual sus rodillas que sus fuerzas para insistir en el césped, por lo que rápidamente giró sus ambiciones. Cuando la última de esas noticias sobre el estado de sus rodillas, le hizo tomar la decisión, jugaba en el filial del Augsburg y, dado su nivel de interpretación del fútbol y su habilidad para comunicar pese a ser muy joven, Nagelsmann logró convertirse en ayudante del entonces entrenador de aquél filial dentro del club bávaro, que era un tal Thomas Tuchel (hoy, técnico del PSG y, como él mismo, uno de los jóvenes creados en estas escuelas pero de generación ligeramente previa). Julien aprendió de Thomas y empezó a dirigir, por si solo y siendo apenas un ‘veinteañero’ a los filiales del Augsburg, desde el Sub 16 al Sub 19, hasta que cambió de club rumbo al Hoffenheim, lugar hasta el que habían llegado los rumores de un joven entrenador muy capacitado.
El club del magnate Dietmar Hopp (hoy noticia en Alemania por problemas con su gestión del club en contra de la ética de la Bundesliga), le otorgó dirigir el filial y Nagelsmann lo hizo campeón nacional de su categoría en 2014, cuando ya formaba parte del staff del primer equipo como asistente. Ante aquella fortaleza y atrevimiento casi juvenil que busca superar barreras y destruir obstáculos, en octubre de 2015, tras un mal inicio de curso, el Hoffenheim, ya en la élite absoluta de la Bundesliga, le dio el cargo del primer equipo (Huub Stevens tuvo problemas del corazón y Julien acabó por dirigir en solitario al equipo en febrero). En Sinsheim se convirtió en el entrenador más joven de la historia de la Bundesliga, con sólo 28 años, salvó al equipo del descenso y, sólo meses después, ya con un equipo bajo su identidad plena, fue la gran revelación europea al terminar en la cuarta plaza de acceso a la fase previa de Champions. Un año después, el tercero en Hoffenheim, acabó tercero, mejorado incluso sus registros y siendo ya el técnico joven más destacado en la historia del fútbol moderno. Y no sólo por sus resultados, sino desde luego, por su estilo. Presión alta, medular de paso, carrileros largos, ritmo alto, dinamismo constante y una capacidad tremenda para aprovechar errores del rival. Todo, asumiendo riesgos enormes en defensa como parte del plan. Por ello, jamás era aburrido ver a su Hoffenheim y los resultados llegaron.
Por ello, Ralf Rangnick, el técnico número uno en impacto respecto al cambio de identidad, planteamientos y estilos en el fútbol alemán de nuevo cuño y que ya había trabajado en Hoffenheim antes de la llegada de Nagelsmann, decidió confiar en él para llevarlo al siguiente nivel. Rangnick es el director deportivo y general del RBLeipzig desde hace años y el encargado absoluto de la política formativa, deportiva y de mercado del club, por lo que no dudó en dar la batuta a su joven discípulo. Tanto lo quería, que esperó un año a que acabara su compromiso y llegara al banquillo del equipo del oeste de Alemania, aunque incluso eso le obligó a colocarse él mismo como entrenador todo un curso (Ralf dirigió al Leipzig el pasado curso lo metió en Champions). Ya en este curso 2019-20, Nagelsmann se encontró todo lo necesario en Leipzig. Un contexto ideal por haber sido pacificado por Rangnick, un equipo competitivo que ya crecía en Bundesliga y más solvencia financiera por sus últimos éxitos. Toda esa estabilidad, unido a la naturaleza experimental del nuevo entrenador, generaron una expectativa tremenda que está alcanzando el mejor momento de la historia, corta pero exitosa, de los toros alemanes.
Leipzig tiene la suficiente experiencia ya en primer nivel, para haber constatado que su política de mercado y de formación de jóvenes, es lo que le ha dado un paso adelante. Hoy, siguen en plantilla jugadores que ya estaban cuando el equipo intentaba escalar desde divisiones menores Poulsen o Halstenberg fichados por el club (como hicieron con Kimmich, vendido luego al Bayern) y otros como Forsberg o Sabitzer, llegados del Salzburg, club ‘hermano’ con el que consiguió que la UEFA aceptara un singular intercambio de jugadores (ambos clubes son del mismo dueño). Es decir, cuando el nuevo enrenador ha llegado al club más experimental, toda la maquinaria había alcanzado el éxtasis de competitividad, automatismos y funcionamiento global en la élite. Y no fue fácil porque más allá de ascensos desde categorías inferiores, por su condición de club creado por un multimillonario, es el más odiado de Alemania hasta el punto de que las hinchadas rivales les han generado todo tipo de actos, manifestaciones y repulsas durante muchos años.
Así, cuando llegó Julien, todo era perfecto para dar el siguiente paso. Un entrenador sin miedo, creado a sí mismo, dispuestos a probar todo tipo de planteamientos ofensivos y que pide una sola cosa a sus futbolistas, el don de la adaptabilidad (casi todos son capaces de jugar en diferentes roles). Un Leipzig revonocible es lo que ha logrado Nagelsmann en poco tiempo, aprovechando el trabajo en esa línea que se hizo anterior a él. Sus zagueros son gestores de salida de balón pero de reacción rápida para manejarse en campo abierto, batir líneas clave y retroceder velozmente en caso de pérdida. Sus carrileros son profundos y constantemente abiertos, aunque aquí sí ha alterado el plan anterior, porque ha reconvertido a Marcel Halstenberg y Lukas Klostermann a centrales cuando todo este tiempo eran laterales (incluso llegaron a la selección alemana en ese rol). Ahora, Mukiele y Angeliño eon los carrileros de fondo, los que tienen la misión de aparecer para ser mortales, decisivos y asistentes, no los que pisen campo contrario como normalidad y sin generar interrogantes al rival. Todo, para poblar, con velocidad, dinamismo y energía, la zona ofensiva con Werner, Schick, Nkunku, Forsberg, Sabitzer o el recién llegado Dani Olmo, con diferentes perfiles pero similares dimensiones técnicas y talentosas. Todos aportan en conducción, fisuras internas, verticalidad, capacidad individual y hasta remate de segunda línea. Se trata de correr. De correr mucho. Y Werner, que antes era extremo, ha explotado mundialmente como delantero gracias a este esquema que lo convierte en uno de los mejores goleadores del planeta.
La mezcla entre lo formativo, lo físico y lo valiente para llevarlo a la práctica, convirtieron a Nagelsmann en el técnico predilecto de la nueva hornada revolucionaria que llega a los banquillos pero, en su caso, además, ya con consecuencias tan brutales como competir cara a cara con Bayern de Munich y Borussia Dortmund en la Bundesliga y alcanzar los Cuartos de Final de la Champions League por vez primera y siendo el más joven en lograrlo con apenas 32 años y 231 días (eliminando a todo un líder del torneo como Mourinho). Estos últimos meses, incluso contó en una entrevista que el Real Madrid lo tanteó antes del segundo regreso de Zidane al Bernabéu, pero que él es consciente de que prefiere ser cauto y dar los pasos adecuados en los momentos precisos: “Lo principal es dar los pasos correctos, no los pasos más grandes. El Real Madrid es probablemente uno de los pasos más altos que se pueden dar, así que pensé ‘¿cumples 31 años, vas al Real y desde allí a dónde?“ Así que hubiera sido el paso más importante, pero no el correcto", explicó.
Respuesta de alumno aventajado, de perfecto intérprete del fútbol actual y consciente de que su habilidad y capacidad son máximas, pero también de que la experiencia es un foco fundamental en la súper élite. Allí, acaba de colocar a su Leipzig. El próximo paso, sólo puede seguir haciendo historia. Nagelsmann lo sabe, no cambiará su discurso y llegará hasta donde él quiera…




