OPINIÓN
Real Madrid y Valencia disputaron un espectacular partido en el que los valencianistas mostraron de nuevo su mejor cara, la de un equipo competitivo y compacto que siempre buscó la victoria. Enfrente se encontró un conjunto blanco tan peleón como siempre, pero que evidenció en una sola noche dos de sus aspectos más negativos del actual plantel: la ausencia de un delantero centro goleador y la corta nómina de defensores.
Los puntos débiles del Real Madrid
Karim Benzema vivió una de las noches más aciagas de los últimos años. El delantero galo, tantas veces criticado por su estilo de juego, desperdició varias oportunidades claras y el público lo pagó con un atacante distinto, más dado a los desmarques y a asociarse con el compañero, al que se le echa en cara no tener cifras de auténtico 'matador'. La presencia en los últimos minutos de Borja Mayoral incrementó el potencial ofensivo merengue sin cambiar el destino del partido, recayendo demasiada responsabilidad sobre el canterano blanco.
El ataque no fue la única adversidad de los blancos ante el Valencia. Las bajas en defensa -Varane y Vallejo por lesión y Ramos por sanción- evidenciaron que el Real Madrid necesita refuerzos en la retaguardia para no obligar a Zidane a cambiar a jugadores de posición. Casemiro improvisó de central, cumpliendo, aún no estando del todo cómodo y perdiendo el Madrid ese equilibrio defensivo en el centro del campo que luego supliría Kovacic. Curiosamente, esta situación se puede repetir varias veces durante el año, ya que tanto Varane como Vallejo son propensos a arrastrar problemas físicos y Ramos es uno de los futbolistas que más tarjetas acumula durante el curso.
Por todo ello, y con el mercado de fichajes todavía abierto, el equipo blanco debería ponerse manos a la obra y tratar de solucionar estos dos problemas que han aparecido muy pronto, apenas en la segunda jornada, y ambos a la vez. Una señal de alarma que debería alertar al Real Madrid si quiere repetir los títulos del pasado curso.