"No pensé que Boca iba a poner cinco defensores". Semántica al margen, Marcelo Gallardo reconoció que Miguel Ángel Russo lo sorprendió. El DT decidió patear el tablero y realizar algo que en Boca no suele traer buenos recuerdos: poner una línea de tres. Una determinación que generó desconcierto en el rival, que aportó soluciones en ciertos sectores de la cancha y que, por lo menos por ahora, se ganó el beneficio de la duda: ¿llegó para quedarse?
En principio, es imposible disociar la incógnita de la situación de Edwin Cardona: el colombiano está desgarrado y tendrá al menos dos semanas de recuperación, sino algunas más. Y ello empuja al entrenador a la búsqueda de otros recursos para suplir a quien hasta hace unos días era el futbolista más influyente en el juego del equipo. En el Superclásico, Russo apostó por una alternativa colectiva, en vez de una más individual y, a la vista de los resultados, podría ser su mejor opción.
Jugar con tres defensores centrales le dio al Xeneize varias licencias: Nicolás Capaldo pudo aprovechar mejor su despliegue en el mediocampo -le hicieron el penal-, sin estar atado a la marca sobre la raya -el empate vino por su costado-, a la vez que Frank Fabra, a pesar de algunos errores, pudo pasar con mayor facilidad a la faceta ofensiva sin resentir tanto la última línea. Amén de la solidez que aportan Lisandro López y Carlos Izquierdoz, el sistema también puede facilitar la presencia de Marcos Rojo, quien tuvo su presentación y pide pista ante la fragilidad de Carlos Zambrano.
Claro que esta nueva oportunidad necesita trabajo. A Jorman Campuzano y Cristian Medina les costó acomodarse y entrar en juego (según Opta, estuvieron entre los que menos tocaron la pelota entre los titulares), lo cual resintió por momentos a los delanteros: Carlos Tevez y Gonzalo Maroni quedaron desatendidos, mientras que Sebastián Villa, si bien aprovechó su velocidad para generar peligro, también quedó, por momentos, aislado. Resignar la movilidad del balón que aporta Cardona por el ataque directo al espacio parece un intercambio interesante, pero solo puede llevarse a cabo siempre y cuando haya un rival que dé ciertas libertades, como pudo haber sido el caso ante el Millonario.
Sin un centrodelantero definido aún por la prolongada ausencia de Wanchope Ábila, con Eduardo Salvio afuera por lo que resta del 2021 y con Edwin entre algodones por un tiempo, Miguel tiene este nuevo as bajo la manga. Deberá usarlo con responsabilidad.