Está claro que el estado físico de Wanchope Ábila nunca fue su punto fuerte, pero el fantasma de las lesiones lo persigue de forma constante desde que llegó a Boca. Un fantasma que espera poder dejar atrás en 2021: el delantero decidió operarse de una hernia inguinal luego de la consagración ante Banfield y, así, poder llegar a la pretemporada de la mejor forma y dejar atrás los problemas físcos que lo aquejan desde 2018.
En 2020, en apenas un puñado de meses en actividad, tuvo dos lesiones: un esguince de tobillo en enero , sin siquiera haber empezado el certamen local, y, luego, en la postpandemia, un desgarro en el recto anterior del muslo izquierdo .
Desde 2019 que arrastra problemas en la zona en donde ahora decidió intervenirse: a fines de agosto en la vuelta ante Liga de Quito sufrió una avulsión en el aductor y que lo dejó marginado durante un mes. Aquella fue la tercera lesión muscular que sufrió Ábila: antes, en marzo y mayo, sufrió dos desgarros en los aductores. Primero en el derecho, que no le permitió jugar dos partidos por la fase de grupos (Athletico Paranaense y Jorge Wilstermann), y, luego, en el izquierdo, que lo dejó afuera de casi toda la Copa de la Superliga.
En 2018, durante su primera etapa, tuvo otras tres lesiones, dos de ellas muy pegadas entre sí . La primera fue una molestia en el aductor en marzo , de la que se dijo que se había producido en una visita a la cárcel junto a Carlos Tevez, lo cual fue luego desmentido. En septiembre aparecería la única oficial comunicada por el cuerpo médico: una lesión grado 2 -un desgarro- en el sóleo derecho que lo dejó un mes afuera. Su vuelta nunca fue óptima, tanto así que terminó resintiéndose a fines de noviembre en el gemelo, a poco de la final ante River en diciembre .
Son diez lesiones, contando la que decidió operarse ahora . Casi todas musculares. En promedio, es una cada cuatro meses, por las cuales se perdió alrededor de 18 partidos.
