Leo, cuéntanos cómo es la eternidad

Algún día pasará. Aunque moleste por las posibles circunstancias. Aunque duela por la pérdida. Aunque la nostalgia, tan tramposa, comience a trabajar antes de lo pensado. Lionel Messi, un día, dejará de ser jugador profesional. El final está escrito, como todo lo que se encarga de escribir ese molesto reloj biológico que nunca frena las agujas y tampoco pide minuto, tiempo muerto, como en el baloncesto.

Se dirá, a modo de formal consuelo, que las despedidas son “ley de vida”, a pesar de que nadie conozca al redactor de esa norma que obliga a finalizar todo lo que se comienza. En el medio, como de costumbre, se acusarán de un lado y del otro, buscando ser víctimas o fiscales antes de presuntos culpables. El entretenimiento, a diferencia de un contrato, sí se renueva.

Se dirá tanto y se escribirá tantísimo que las verdades y las mentiras chocarán más de una vez bajo la carpa de este circo mediático. Eso sí, después de que pasen esos primeros días, esas primeras semanas o esos primeros meses, cuéntanos cómo es la eternidad, querido Leo. Qué se siente ser eterno. Cómo es saber que nunca te irás del fútbol…