"Nos vamos a tomar un tiempo y, luego, definiremos al DT", dijo Claudio Tapia hace varios meses, cuando le preguntaron quién iba a ser el sucesor de Jorge Sampaoli en la Selección argentina. Bueno: el tiempo empieza a terminarse. Y mientras el gran interrogante puertas para afuera es qué sucederá con Lionel Scaloni, puertas para adentro el equipo responde. La Albiceleste derrotó a México por 2-0 en Córdoba y, ahora, solo le quedará un último amistoso, también ante el Tri, pero en Mendoza.
En el momento justo, entonces, Scaloni encontró el mejor rendimiento del seleccionado. O, mejor dicho, logró profundizar su estilo. Si bien el encuentro se dio, en mayor medida, sin demasiadas incidencias, se notó por primera vez ante un rival de peso qué es lo que pretende el entrenador de sus jugadores. Ya desde el planteo inicial el once animaba a convertir a un partido tapado por la final entre Boca y River en uno un poco más atractivo: Paredes y Lo Celso en el medio, Lautaro Martínez y Dybala arriba, Foyth en la zaga central, el regreso de Ramiro Funes Mori... Los condimentos estaban para que el plato sea fuerte
Fueron dos tiempos con dos caras diferentes. En la primera parte, demostró la calidad que tiene esta renovada selección: si bien apostó por un sistema tradicional (4-4-2), los intérpretes fueron los que le dieron el salto de calidad. Volumen de juego por el medio, atacantes comprometidos en lo colectivo y laterales mayormente ofensivos le aportaron el manejo que tanto buscaron otros entrenadores. En el segundo, apareció la solidez defensiva, tan importante como lo anterior. El desafío, ahora, será conjugar todo ello en 90 minutos. Le queda una última bala.
"Hasta el martes estamos", dijo el técnico tras el triunfo. Todo hace pensar que a partir del martes, seguirá, al menos, hasta la Copa América. Cuenta con el apoyo de los jugadores y la dirigencia, que no tiene muchas opciones, lo mira con buenos ojos. Y estos partidos justifican su continuidad.
