MessiGetty

La Selección argentina, como el River de 2011

Cuando terminó el partido en la Bombonera, que determinó un duro y frío empate ante Perú, las sensaciones de los hinchas eran desalentadoras, caóticas y desesperanzadoras a la hora de imaginarse en la Copa del Mundo Rusia 2018 . Esas mismas emociones recorrieron el Antonio Vespucio Liberti seis años antes durante casi todo el Clausura 2011 .

Aquel River de Juan José López jugaba con una presión inusitada para la rica historia del club y, a pesar de haber dominado en la mayoría de los partidos, siempre estaba latente la desidia, la impresión de que en cualquier momento el castillo de naipes construido se podía venir abajo ante el más mínimo soplo.

Sin embargo nadie, ni millonarios ni rivales, terminaban de creerse que el conjunto de Núñez iba a finalizar cayendo a la B Nacional. Incluso en aquel último partido del 26 de junio, por la vuelta de la promoción ante Belgrano, se tardó en caer a la más cruda realidad. Sólo cuando el global marcaba que el local perdía por 3-1 en el segundo tiempo las sensaciones de caos absoluto y de sentencia que los hinchas padecieron durante más de medio torneo se materializaron.

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En la Bombonera se volvió a sentir esa negatividad y poco a poco lo imposible empezó a volverse una amenaza latente. Argentina pudo haber goleado a Perú , pero las impericias en el frente de ataque, la presión desmedida y el desorden emocional hicieron que la cabeza de los jugadores empezaran a fallar y, con ello, los pases, las gambetas y la lucidez.

Aunque no todo está sentenciado, así como hay similitudes entre ambos casos, también hay diferencias.

River Plate Belgrano Promotion 2011AFP / Getty Images

Lo que emparenta a ambas situaciones es fácil de dilucidar: dentro del campo de juego se convive con un apuro y nerviosismo excesivos por ser un gigante de rodillas, se domina al rival pero no desde el marcador y se termina viniendo abajo la estantería; fuera del verde césped, constantes volantazos en la elección de entrenadores ( Simeone, Gorosito, Astrada, Cappa y López = Basile, Maradona, Batista, Sabella, Martino, Bauza y Sampaoli ) producto de gestiones dirigenciales nefastas, tanto políticas como económicas ( Grondona, Segura, Armando Pérez y Tapia = Aguilar y Passarella ).

Pero las diferencias también tienen peso y de eso tienen que agarrarse los hombres de la Selección. Para empezar, Sampaoli tiene ideas claras y está convencido del rumbo que debe tomar para salir de esta situación, mientras que a JJ López se lo notaba frágil y perdido ante el más mínimo momento negativo y sin reacción .

Aquel River estuvo compuesto por muchísimos juveniles (Pereyra, Lamela, Villalba y Funes Mori, entre otros), un rejunte de jugadores sin talla para vestir esa camiseta (Ferrero, Román, Caruso y Pavone, entre otros) y tan sólo un refuerzo, que además era muy joven (Fabián Bordagaray). Esta Argentina cuenta con jugadores probados en los mejores clubes del mundo, siendo figuras y estrellas de las “cinco grandes ligas” y el recambio también están a ese nivel. Por nombrar un puesto: Higuaín, Icardi, Agüero, Pratto, Alario, Benedetto y hasta Tevez pueden ocuparse de ser la punta de lanza.

Messi y compañía todavía tienen una bala en la recámara para matar ese fantasma que los anda rondando, sacarse de encima la presión, el apuro y la sensación de caos y clasificar a la Copa del Mundo de Rusia 2018, pero para ello deberán aprender de los errores y entender que las diferencias de cada uno deben pesar más que las similitudes.

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