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La leyenda que se enfrentó al hijo más temido de Saddam Hussein

Si perdían, los reunía y los hacía jugar al fútbol con una pelota de cemento. Quería que patearan bien fuerte, que se rompieran los pies con los golpes, que las cicatrices quedaran para siempre. Después llegaban los días en la cárcel, los cables y las torturas. Pero lo primero era la pelota de cemento.

A Uday Hussein, el mayor de los dos hijos de Saddam, le decían el carnicero. A los 10 años, como si fuera un paseo, acompañaba a su papá a Qasr-al-Nihayyah, uno de los centros de detención del régimen que tomó el poder en 1979. A los 16 años fue acusado de matar a su maestra particular. Se supone que lo corrigió adelante de su novia.

No quedaba más que silencio y sumisión para los jugadores de fútbol de Irak. ¿Qué iban a hacer? ¿Acusar la brutalidad ante quién? ¿Ante el padre del torturador? Sólo quedaba ganar. Y, como casi nunca se podía, entonces lo que restaba era prepararse para pasarla mal.

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Todos hacían silencio ante el hijo del dictador y presidente del Comité Olímpico Iraquí y la Federación de Fútbol. Menos él. 

Emmanuel Baba Dawud era una leyenda del país. Héroe de la gente común. Se trata de uno de los futbolistas más populares de la historia de Irak. Aprendió gracias a los británicos. Los veía jugar en algunas de las bases que levantaban en Baghdad durante la guerra Anglo-Iraquí, en 1941. Ahí, copió los gestos, estudió las reglas, observó las maneras. Unos años después, se convertiría en uno de los jugadores más populares de la historia. "Si me hubieran contado todos los goles que hice, tendría más que Pelé", dijo.

Después de su paso como jugador, pasaría a ser el entrenador de la Selección. Nadie en Irak observaba el fútbol como él. No le fue nada mal. Ganó tres veces la Copa del Golfo, los Juegos Asiáticos en una oportunidad, la Copa Árabe, clasificó a su Selección a Moscú 1980, Los Ángeles 84 y Seúl 88.

Uday lo hubiera asesinado cuando Baba dijo públicamente que no iba a discutir de fútbol con él. Pero, de alguna manera, el entrenador -ídolo popular- logró sobrevivir. Muchos dicen que el que lo protegía era Saddam. "Es el hombre más honesto de este país", dijo el dictador sobre el técnico.

Lo de Baba no era un juego, mucho menos una forma demagógica de mostrarse ante su gente. Era una necesidad. Una necesidad que ponía en riesgo su vida. Una y otra vez. "Después de quedar eliminados en los Juegos Olímpicos de Seúl, el avión aterrizó en Baghdad unos metros antes de llegar a la pista. El equipo corrió y se escapó. Con mi hijo caminamos hacia la terminal y, cuando llegamos ahí, nos apuntaron con pistolas en la cabeza. Luego, nos secuestraron", recordó Baba. Y agregó: "Él no conocía la palabra 'piedad'. Hizo cosas que ni Hitler se hubiera imaginado".

En 1992, con Baba ya alejado de la Selección, fue el último gran desafío. En un encuentro entre su equipo, Al Zawraa, y Al Jawiya, el árbitro se robó el partido. Y Baba, el gran ídolo, le propinó a Uday el peor insulto. Ante 50 mil personas, decidió no subir al podio para recibir la medalla de segundo. La multitud lo ovacionó. El estadio, repleto, explotó en su favor. Uday no la iba a dejar pasar.

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Baba terminó en prisión. La última sentencia que sufrió fue en 1999, después de que el entrenador acusara a Uday de arreglar partidos de la liga local. Lo encerraron tres días en una celda demasiado chica. No le dieron ni agua ni comida. Con diabetes y problemas en el corazón, Baba la pasó muy mal pero -otra vez- sobrevivió.

Ammo Baba murió en 2009, seis años después que Uday, asesinado por un bombardeo estadounidense en la ciudad de Mosul. No había pasado demasiado tiempo desde el último ataque. Le entraron a la casa, le robaron, lo golpearon. Su familia hacía un tiempo que había escapado a Chicago. Lo enterraron en el estadio Al-Shaab, en Baghdad. Una multitud le dijo adiós a la leyenda que no le tuvo miedo ni a la muerte.

Algunos años más tarde, la Selección de su país lo representa en los Juegos Olímpicos de Río. Todavía le cuesta ganar a Irak (en el primer partido, igualó sin goles ante Dinamarca; en el segundo, repitió el resultado ante Brasil, un resultado histórico). Pero los jugadores, mucho más profesionales y cercanos al fútbol que los de hace unos años atrás, pueden volver tranquilos. Ese equipo, ese país, quizás le debe a Baba un poco más que un legado deportivo.

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