Valencia celebrates Copa del ReyGetty

La fuerza de un murciélago centenario

Algo sin lo que mi vida carecería de sentido. Así de simple. Eso es lo que significa para mi el Valencia CF . Escucho habitualmente eso de que el fútbol es la cosa más importante de las cosas no importantes y nunca estoy de acuerdo. No lo estoy porque para mí el Valencia CF es una manera de vivir, de sentir y de actuar. Desde que el 18 de enero de 1992 se me metiera el gusanillo del murciélago en el corazón con los goles de Fernando y Robert que remontaban un partido ante el Real Madrid no hay una sóla etapa de mi vida que no asocie a un partido del Valencia. Para mí el Valencia CF es mi motivación diaria, mi alegría incontenible en cada gol, en cada victoria y mi tristeza e incluso abatimiento en las derrotas. Mis semanas cambian si ganamos y también si perdemos, pisar Mestalla cada quince días es un privilegio que disfruto tanto como mi primera vez contra el Compostela al que goleamos 5-2. Puede sonar excesivo pero para mi el Valencia CF es una parte esencial que me ayuda en los buenos momentos pero que me da la vida en los malos.

Así es nuestra historia que el pasado 1 de marzo cumplió 100 años . Un sentimiento forjado a base de tesón y ganas, por Milego, Medina y el resto de fundadores por tener un club de ‘football’ que representara a Valencia con el nombre de la ciudad y que ha ido creciendo día a día y apoyándose en el sentimiento de miles de valencianistas que jamás han abandonado a su club. La historia está escrita desde Algirós hasta Mestalla , este siempre ha sido un club de ciclos, de picos de sierra que ahora le llaman, ha alternado grandes etapas de títulos que le convierten en el cuarto club de Estaña con etapas de sufrimiento, de grandes crisis económicas que le han tenido al borde del abismo en diferentes momentos. Sin embargo, esos miles que el pasado lunes se echaron a la calle para celebrar el 100 aniversario de su sentimiento siempre han mantenido en pie al murciélago.

Desde Montes y Cubells, los primeros goleadores blanquinegros, pasando por la delantera eléctrica, los primeros títulos europeos de Guillot y Waldo, la Liga del 71 con un equipo plagado de valencianos comandados por un chico de Puzol que dicen era el mejor jugador de España en aquel momento, Pep Claramunt, siguiendo por la Copa de Kempes ganada al Real Madrid en el Calderón y la Recopa de Bruselas con aquella tanda de penaltis eterna, sucumbiendo a las catacumbas con un descenso doloroso pero que avisó con llegar por malas gestiones económicas y la reconstrucción del club, otra vez echando mano de la gente de la casa y llevando al club de nuevo entre los grandes hasta tocar el cielo entre 1999 y 2004, donde el Valencia CF fue por méritos propios el mejor club de España. Después de aquello, llegó el habitual ciclo malo y esta vez se alargó mucho porque la exigencia de los títulos generó una deuda que nadie supo frenar y que derivó en una venta de la mayoría accionarial a un señor de Singapur, que hoy elige a su antojo, para eso pagó, los destinos del club.

Siento como todos que fue una lástima que el club tuviera que salir de las manos de los valencianos, pero me reconfortó enormemente ver a miles que el pasado lunes no pensaron en quién iba a la marcha para rememorar 100 años de historia. Esa marcha la comandaron leyendas del calibre de Kempes, Piojo López o Arias pero sin faltar el respeto a tan grandes mitos, ellos no fueron los importantes. Los importantes fueron los que se juntaron en familia, porque todos eramos una familia el lunes unidos por un escudo centenario que yo me empeño en decir que nos une mucho más de lo que a veces nos separa. La marcha del 18 de marzo de 2019 quedará en la historia del club y lo que es más importante, será un recuerdo imborrable para los que estuvimos en persona. Porque esas imágenes espero que se puedan enseñar dentro de otros 100 años y los que entonces sigan siendo la base de este club, su gente, sientan el orgullo de pertenencia que yo sentí el lunes al recordar que eso ya se hizo hacía casi 100 años y que igual que entonces todos íbamos unidos por una cosa: el VALENCIA CF de nuestro corazón. AMUNT sempre.

Héctor Gómez / Tribuna Deportiva

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