Había terminado hacía unos minutos el partido contra Polonia, el último del Grupo C, con el que la Selección argentina se clasificaba a los octavos de final del Mundial Qatar 2022. El equipo había hecho un buen partido y terminaba en el primer lugar de la zona, algo esperable. Una semana atrás había recibido un golpazo contra Arabia Saudita y no quedaba del todo claro cuáles eran las reales aspiraciones. Lionel Messi había fallado un penal en el primer tiempo, cuando el partido iba 0 a 0. Remate fuerte a la derecha que contuvo Szczesny.
"¡Que erre todos los penales que quiera, lo amo!". "Solo fallan los que lo intentan. Aparte, la rompió. Hace todo bien". "No importa que no haga un penal o un gol. Lo amo". Los hinchas hablaron. Las frases forman parte de una serie de entrevistas hechas por GOAL tras el encuentro.
Los argentinos ya no esperan nada de Lionel Messi. Se acabó el "que haga lo que hace en el Barcelona", de algunos años atrás. Se terminó el "no canta el himno". Ya no existe más el "sin Iniesta y Xavi no es lo mismo". Parece una locura escribir estas frases a un día de que el capitán de la Selección argentina vuelva a estar en una final de un Mundial. Pero fue así. ¿Millones de personas equivocadas? Sí. ¿Decenas de medios crueles, insensatos y carentes de contexto? También.
El viaje de Messi en la Selección argentina empezó con grandeza cuando dejó a cuatro paraguayos juveniles tirados en el piso, festejó el gol y miró al cielo como le gusta cada vez que marca. Fue en el 2004, luego de un partido organizado para que él vistiera la celeste y blanca y dejara de lado definitivamente la chance de ser tentado por España. Después de eso, ganó el Mundial Sub 20, perdió todas las finales que jugó (Copa América 07, 15, 16 y el Mundial 14), no anduvo bien en algunos partidos clave (especialmente la final con Chile en Estados Unidos). ¿Y qué? Esa grandeza del inicio nunca se fue. Los tweets sin sentido o las estúpidas viralizaciones le dieron un toque de crueldad a la historia. Pero el guion estaba escrito de antemano. Messi es un jugador especial. Y todo lo que hizo para la Selección argentina fue maravilloso. De principio a fin.
Costó, llevó tiempo y tuvo que llegar un título. La Copa América 2021 fue la última espina que se necesitaba sacar. Y, ahí, la unanimidad.
El proceso de la gente se vio espejado con el jugador. Los hinchas pasaron a disfrutar. Y Messi solo fue feliz.
Sin darse cuenta, de manera natural y acompañado por una serie de partidos brillantes, Messi consiguió lo que nunca antes había logrado. Disfrutar. Algo tan fácil, algo tan difícil.
Después del título en Brasil, Messi se permitió todas las licencias: siguió jugando a buen nivel, lloró de felicidad, se abrazó a la gente y se tomó todo el tiempo del mundo para que sea ovacionado. En el Monumental, en la Bombonera, en Wembley, donde ganó otro título.
Tiene 35 años. Se nota. Por momentos se ausenta de los partidos. Camina. Alguna estadística muestra que es el jugador que más se movió al ritmo de la caminata durante el Mundial Qatar 2022. Qué importa. Alguna que otra vez pierde un mano a mano o llega tarde a una segunda jugada. No alcanza un rebote o no llega a presionar de la manera más exigente, como bien describió Van Gaal. Y qué importa.
Pero Lionel Messi transformó al Mundial de Qatar. Lo electrizó, como cuando se metió en el área de Australia con ese pasito corto, como pidiendo permiso. Lo hizo poema, cuando metió un pase filoso entre la defensa central de Países Bajos. Lo inmortalizó, cuando metió el bombazo contra Memo Ochoa. Lo hizo épico, cuando se le plantó mano a mano a todo el banco de Países Bajos. Lo volvió meme con el famoso "¿qué mirás, bobo?". Lo hizo todo.
La sensibilidad del Mundial, de los argentinos que lloran en Doha, de Messi que se agarra la cabeza y no lo puede creer, de Scaloni que contiene las lágrimas, es porque todo parece depender de un hilo. Porque, si Argentina pierde la final, vendrán palos por todos lados. Habrá memes. Habrá cargadas. Habrá mensajes de todo tipo. Pero Argentina y Messi se volvieron uno. Y, pase lo que pase, nadie celeste y blanco levantará el dedo o lanzará la piedra.
Los argentinos dejaron de esperar algo de Messi. Solo lo disfrutan. No hay Mundial más grande que eso.