Johan CruyffGetty

Johan Cruyff cambió el Barcelona y el fútbol para siempre

Ya hace cuatro años que se fue Johan Cruyff, el hombre que cambió el Barcelona, alguien irrepetible y capaz de devolver el orgullo a los sufridos seguidores culés desde el primer día que pisó el Camp Nou. Debutó el 28 de octubre de 1973 ante el Granada y, pese a los dos goles que metió en el 4 a 0 de aquella tarde, nadie podía presagiar las cuatro décadas que siguieron la decisión de plantar al Real Madrid al que el presidente del Ajax, Jaap Van Praag, quería vender al astro holandés. Pero Cruyff, como si entonces hubiera sabido algo que el resto de mortales no atajaba a divisar en el futuro, eligió el Barcelona y la historia del fútbol cambió para siempre. El próximo jueves 25 de abril, hubiera cumplido 73 años.

Por lo pronto, el Barcelona volvió a ganar la Liga en su primer año tras catorce años sin olerla. Fue la carta de presentación para un futbolista único al que no se le permitió lucir su dorsal 14 mientras vistió de azulgrana debido a que los titulares debían lucir, por aquel entonces, la numeración del 1 al 11 según exigía la ley. Cruyff se quedó con el 9 aunque tras su involvidable primer año como jugador azulgrana abandonara las posiciones de ataque para dirigir al equipo desde el centro del campo. Había nacido una idea, pero era demasiado temprano para que el fútbol y sus compañeros entendieran el juego de posición que proponía.

Tuvieron que pasar dos lustros desde su marcha para ejecutar el plan maestro que tenía en la cabeza. En 1988 regresó para rizar el rizo y convertirse en el técnico más longevo de un club tan importante como el Barcelona, al que definió su filosofía en la era moderna y en alguien que revolucionó el club y puso la primera piedra para convertirle en lo que es hoy en día, el club más envidiado del mundo, por juegos y títulos.

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Sus constantes enfrentamientos con la directiva del presidente Josep Lluís Núñez sólo amenazaron su reinado cuando fallaron los resultados. La Recopa de 1988 dio luz verde a un proyecto que vivió su culminación en 1992 al derrotar a la Sampdoria en la final de la extinta Copa de Europa, acabando con las urgencias históricas del club azulgrana, que además enterró a la Quinta del Buitre, absoluto dominador del fútbol español durante la segunda mitad de los años ochenta, ganando cuatro ligas consecutivas, algo que nunca había sucedido en azulgrana y que, hasta la fecha, no ha vuelto a repetirse.

De hecho, el que fuera director general del Barcelona y mano derecha del presidente Núñez, Anton Parera, bautizado como 'mister entorno' por Cruyff por su habilidad para manipular a los medios en función de sus intereses, le explica a Goal que "el que discuta a Cruyff no tiene ni p*** idea de fútbol". Y así era. El Barcelona siempre supo que al 'profeta' no se le podía tratar como a uno más. Parera, de hecho, le defendió ante las críticas de muchos directivos cuando el holandés decidió prescindir de Luis Milla "porque en el filial tengo a uno mucho mejor".



Pep Guardiola se convirtió en su prolongación en el campo desde su debut en 1991 y, tras su retirada, en el más acérrimo defensor de una escuela en la que también encontramos a Luis Fernàndez, Frank Rijkaard, Laurent Blanc, Marco Van Basten, Dick Advocaat o Guus Hiddink, entre muchos otros, y hasta Arrigo Sacchi y Jorge Valdano, que nunca escondieron su admiración por el holandés. Pero, a diferencia de la mayoría de ellos en sus respectivos equipos, ni la debacle en Atenas tras el 4 a 0 a manos del Milan discutió su supremacía en el vestuario azulgrana, que en cualquier caso vivió una criba importante con adioses tan sonados como el de Andoni Zubizarreta o Michael Laudrup.

"Creemos que jugar bien es el mejor camino para lograr victorias y títulos" sintetizaba en 2009 su alumno más avanzado, Guardiola, en su presentación como entrenador del Barcelona el verano de 2008, veinte años después de la llegada de su mentor al banquillo en el que el de Santpedor inocularía las tesis del holandés y las llevaría hasta la cúspide con el triplete de 2009 y la admiración del mundo entero. Rijkaard había recuperado la estela de Cruyff tras el lustro con Louis Van Gaal, que aunque basaba su modelo en el fútbol total que Cruyff había hecho evolucionar a partir de la Hungría de los cincuenta y la Holanda de los setenta, encorsetaba demasiado el talento de los jugadores dentro del sistema.


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Cruyff fue un defensor acérrimo de la libertad creativa y mimó, futbolísticamente hablando, a los jugadores con más talento, a los que en todo caso siempre dejó bien claro que él era el jefe. Hristo Stoichkov y Ronald Koeman hasta llegaron a enfrentarse con él pero acabaron rendidos a la evidencia y haciendo las paces con alguien irrepetible, el único capaz de fracturar la afición barcelonista y volver a unirla a placer, como ha venido sucediendo a lo largo de casi medio siglo.



No sólo la ciudad de Barcelona y el club lloraron la pérdida del holandés. El mundo del fútbol, y también la camarilla de tribuneros que le reprocharon a Cruyff su fortísimo ego, echan de menos al unísono ante un futbolista dotado como pocos y la única super estrella capaz de ser aún mejor como entrenador. Cruyff era historia viva desde que se retiró en 1996 -aunque regresaría, entre 2009 y 2013 como seleccionador catalán- debido a sus problemas cardiológicos. Desde 2016 está en el Olimpo de las leyendas más grandes, ya no del fútbol, sino del deporte global. Johan, contigo empezó todo.
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