GoalVuelve Joan Laporta. Regresa el presidente más carismático de la reciente historia azulgrana y a pesar de la fuerte oposición de varios grupos editoriales, tendrá cinco años por delante para reflotar un barco que Bartomeu y compañía dejaron a la deriva, cubierto de chapapote institucional y con más agujeros que el Prestige. Ganó Laporta de calle, por voluntad de un socio que reclamaba un cambio a gritos. Y con su triunfo, ganó el cruyffismo. Johan, Biblia para Jan y anticristo innombrable para los de "elecciones cuanto antes", estará presente de nuevo en el día a día del Barcelona. Su espíritu, su filosofía y su ejemplo. Ganó Laporta y ganó el Barça. Los que por desgracia no tenemos la oportunidad de poder votar nuestro presidente, sentimos envidia sana del Barcelona como club. Por su espíritu democrático y por seguir siendo de los socios. Si el socio vota, el Barça gana. Ver a Víctor Font y Toni Freixa participar en una foto junto al nuevo presidente, reconocer su triunfo, felicitarle abiertamente y aceptar la volutnad del socio fue una demostración de grandeza. Unidad y democracia. Un pequeño paso para los candidatos, uno gigantesco para el futuro del Barça, que sigue siendo de sus socios, mientras otros tenemos que 'comernos' el engendro de las SAD.
El triunfo de Laporta, que tendrá un lustro por delante para demostrar que algunas segundas partes sí son buenas, también implicó que otros pasaran una mala noche. Por ejemplo, fue una mala noche para todos los que que dañaron la imagen del club durante meses, también para para los que se comportaron como sicarios mediáticos - los que siempre hablan de política pero nunca de grupos empresariales que también quieren controlar el club-, también fue una noche dura para los que quisieron alargar la fecha de las elecciones lo máximo posible y, por supuesto, fue una mala noche para los que no querían irse ni con agua caliente y se habían pegado al poder como lapas. Los socios les echaron en las urnas: Laporta, presidente. No hay mal que cien años dure, ni barcelonista que lo resista. La noche completó un tres en uno en clave azulgrana: Ganó Laporta, ganó el socio y ganó el Barça.
¿Y ahora, qué? Pues Laporta tendrá que desarrollar su plan de presente y futuro con sus tres "mosqueteros": Mateu Alemany, Ferran Reverter y Jordi Cruyff. Tipos absolutamente preparados para cambiar la inercia negativa del club, para sacarle de la nadería a base de trabajo y que compartirán un objetivo, devolver al Barça a la excelencia, dentro y fuera del terreno de juego. Tanto Laporta como sus colaboradores tendrán por delante una hoja de ruta durísima. Un trabajo ingrato. Laporta tendrá que construir casi de la nada un proyecto ganador, tendrá que volver a enamorar al socio con el juego del equipo, tendrá que abordar el futuro de Messi, tendrá que rebajar masa salarial, le tocará ocuparse de hacer ventas importantes, tendrá que mirar cada céntimo que gaste, tendrá que elegir un entrenador para su proyecto y tendrá que tomar una decisión sobre el Camp Nou.
El nuevo presidente sabe qué contexto económico se encuentra y tendrá que sacar la escoba a pasear cuando toque, porque parece ser que hay un buen montón de porquería debajo de la alfombra. Los socios le han escogido, sabe qué tarea le espera, tiene la experiencia necesaria para encontrar el nuevo rumbo y por más que muchos crean que será coser y cantar, conviene dejar algo claro. Laporta va a tener que apartar mucha escombrera, coger el toro por los cuernos y tomar decisiones impopulares. Los socios le han dado su confianza para que aplique la primera regla del cruyffismo: Pregúntate qué puedes hacer tú por el Barça y no qué puede hacer el Barça por tí.
Rubén Uría