Luego de un fin de semana repleto de polémicas en Argentina, futbolistas que debieron jugar la primera fecha de la Copa Superliga contra de su voluntad y el caso River, que directamente no se presentó, finalmente ganó la cordura en AFA, Superliga y el Gobierno argentino, con la suspensión de la actividad en todas las categorías -en principio- hasta el 31 de marzo, aunque difícilmente pueda reanudarse luego de esa fecha, dado el avance de la pandemia del coronavirus a nivel global.
La decisión pasará a la historia por ser la primera vez en que el fútbol argentino detiene su marcha por una cuestión sanitaria, ya que en otras ocasiones se trató de medidas de fuerza por reclamos salariales, contractuales y una interrupción por motivos "legales", para parar la violencia en las canchas.
EL TIRO DE GRACIA A LA NORMALIZADORA
Fue a inicios del 2017 que la pelota se detuvo por última vez y la medida se extendió por más de un mes: la AFA, intervenida luego del famoso 38-38 y el final de la presidencia interina de Luis Segura, se encontraba en un estado de caos y Futbolistas Argentinos Agremiados salió con los tapones de punta impidiendo el reinicio del Campeonato 2016-17, con el objetivo de reclamar por salarios adeudados y renegociar contratos televisivos, en el preludio de lo que sería la implementación de la efímera Superliga.
DE ESPAÑOL AL JUEZ PERROTA
Dos hechos de distinta naturaleza ocurrieron en 1998: uno estuvo vinculado a la solidaridad de los jugadores a través de su gremio, cuando seis futbolistas de Deportivo Español reclamaban su libertad de acción por deudas y el Apertura '98 comenzó tres semanas después de lo previsto; y unos meses antes, más precisamente en mayo, el nombre de Víctor Perrota tomó estado público cuando dispuso la suspensión del fútbol por una serie de incidentes que tuvo como gota que rebalsó el vaso un enfrentamiento entre barras de River e Independiente y la preparación del viaje de los barras al Mundial de Francia. La suspensión en este caso fue de una semana.
LOS CONVULSIONADOS 80
Más atrás en el tiempo, en 1988 hubo un reclamo de seguridad de parte de los jugadores, luego de que una bomba casi le cuesta la vida a Claudio Zacarías, defensor de San Lorenzo, en el estadio de Instituto de Córdoba. En 1985, 12 días de cese de actividades presionaron para que Boca finalmente liberara de sus contratos a Oscar Ruggeri y a Ricardo Gareca, que pasarían a River a cambio de 200 mil dólares y las cesiones de Julio Olarticoechea y Carlos Tapia.
LOS PIBES QUE CORTARON EL MALEFICIO
En el Torneo Metropolitano 1975, River cortó su racha negra de 18 años sin títulos con una particularidad: su partido decisivo ante Argentinos Juniors, ganado con el gol de Rubén Bruno, debió afrontarlo con juveniles de Cuarta y Quinta División, por el paro de los profesionales que no aceptaron el nuevo Convenio Colectivo de Trabajo ofrecido por el Gobierno de Isabel Perón.
EL ÉXODO MASIVO
Pero ninguna huelga se puede equiparar con los seis meses de reclamos entre 1948 y 1949, que provocó la salida de las máximas figuras que recalaron en el fútbol colombiano, entre ellos Adolfo Pedernera, Alfredo Di Stéfano y José Manuel Moreno. Durante ese lapso, el fútbol se interrumpió y luego los clubes, que desoyeron los reclamos de mejoras en los sueldos y establecieron el tope salarial que generó la decisión de emigrar de más de 50 jugadores.
El 2020 es absolutamente diferente a todas estas situaciones, ya que se trata de una decisión sanitaria y global, aunque a nivel regional, fue por presión de los propios jugadores que se avanzó en la medida que, nadie sabe cuándo finalizará.