+18 | Contenido comercial | Se aplican términos y condiciones | Juega responsablemente | Principios editoriales
PSG Bayern Munich Champions League Final GFXGoal

La final de la Champions League reaviva el debate: ¿equipo o individualidades?

"​El fútbol es un deporte que inventaron los ingleses, juegan 11 contra 11, y siempre gana Alemania", dijo alguna vez Gary Lineker, frase que quedó inmortalizada. Bayern Munich le metió siete goles en el resultado global a Chelsea, le convirtió ocho a Barcelona y tres a Olympique de Lyon. Sin despeinarse, como si fuesen partidos contra equipos de menor valía de la Bundesliga, se metió en la final de la Champions League. El tenue festejo tras el triunfo tal vez explique su superioridad en el certamen: apenas unos tibios abrazos que demuestran que todavía no se consiguió nada. Que esto era solamente esperable.

SIGUE EN DIRECTO EL PSG - BAYERN

"Liga de granjeros". Así se burlan en Europa de la Ligue 1. "Yo no conozco a ningún jugador de la liga francesa, pero todos ellos seguro me conocen a mí", espetó alguna vez Zlatan Ibrahimovich, cuando fue a jugar a PSG. A fuerza de un gran esfuerzo económico, Francia volvió a posicionarse como un torneo de élite y el club parisino es una clara muestra de ello. Los 180 millones que desembolsaron por Mbappé y los 220 por Neymar, más algunos otros gastos extra en futbolistas de primera línea, como Mauro Icardi, Leo Paredes o Ángel Di María, finalmente dieron sus frutos, tal vez en el contexto menos esperado. Los granjeros franceses por fin alcanzaron la tan esperada final y, ahora, la gran incógnita es si estarán a la altura.

Hans-Dieter Flick armó una verdadera maquinaria. El Bayern no solo convierte (tiene un promedio de más de tres goles por partido), sino que además exhibe el pragmatismo alemán. Juega fácil y es efectivo. Si su equipo fuese una computadora, Thiago Alcántara sería el procesador. De sus pies

 nace todo. Se juega por donde él quiera y hacia donde él quiere. Pero no deja de ser una pieza que, por si misma, no haría nada: necesita de los demás engranajes para que la estructura se desarrolle. Gnabry, Perisic, Davies y Kimmich son los encargados de ensanchar la cancha. Los extremos se abren y se cierran, mientras que los laterales son prácticamente delanteros por las bandas. Hacia ellos van las pelotas que terminarán en remates o en desbordes hacia el medio, en donde esperan Müller y Lewandowski (el máximo anotador de la competencia). Como si fuera poco... No hay toques de más ni tenencia por tenencia misma. En cada toque, hay un movimiento para encontrar espacios. Todo tiene un sentido final.

Thomas Tuchel tiene el gran mérito de haber logrado encajar egos en un once titular. No es fácil aunar en la cancha tanto talento junto y darle un norte. El método del DT no parece tener demasiado secreto: libertad para jugar, pero inflexibilidad para sacar. La competencia es tan alta que quien falla, difícilmente tenga segundas oportunidades (Icardi, por ejemplo). Pero para que esa dinámica de lo impensado -como diría Panzeri- florezca arriba entre Neymar, Mbappé, Di María y el propio Mauro, hay por detrás un sistema en mitad de cancha que los apoya: Marquinhos, Ander Herrera, Paredes y Verratti son fundamentales para que los de arriba vuelen. No solo son los que más tocan la pelota, sino que su precisión es fundamental para no perderla (Paredes y Herrera, por ejemplo, promediaron una precisión del 94% en sus pases ante Leipzig) y, además, para recuperarla rápido y en posición ofensiva en caso de no tenerla.

Lo que en definitiva reencarnarán PSG y Bayern Munich este domingo en Lisboa será, ni más ni menos, que la eterna discusión futbolera: ¿qué es más importante, un equipo que funcione o individualidades que deslumbren? A horas del partido, hay una certeza: gane quien gane, no habrá respuesta a la pregunta.

Anuncios