La reunión directiva del Barcelona estaba siendo caliente y fue Lluis D'Osso el que levantó la voz para decir lo que muchos pensaban "aixó es una olla". Es decir, es una olla. A Gamper, el fundador, le gustó la idea y escogió la forma de una olla como la base a partir de la que hacer el escudo del club, pues ese era el motivo principal de aquella reunión del año 1910. Se tenía lo fundamental, el recipiente, y ya solo quedaba ponerle colores y símbolos.
En la esquina superior izquierda, su ciudad, Barcelona, por medio de la cruz de Sant Jordi. Una cruz roja sobre fondo blanco. En la superior derecha, Cataluña, por medio de los colores de la 'senyera', las cuatro barras rojas y amarillas que representan la región.
Por abajo, y fuera de lo institucional, el club. Barras azules y granates que, a lo largo del tiempo, han ido cambiando el número. La esencia siempre fue la misma, los colores que el equipo ha honrado desde sus inicios. Y, en el centro de esas barras, un balón. Uno a la antigua usanza, marrón, de cuero, pero un balón al fin y al cabo.
Para dividir la parte institucional y el fútbol, para unirlos también, las tres siglas que siempre han acompañado a la institución FCB. Fútbol Club Barcelona. También con variaciones en el tiempo, con y sin puntos, pero en esencia lo mismo.
Desde 1910, cuando se estableció el emblema, se ha ido modificando, pero nunca drásticamente. Pequeños cambios en el balón, en la forma o en algunos detalles de los diferentes componentes del escudo. En el año 2018 la directiva intentó dar un paso más, cambiarle la fisionomía, quitarle las siglas y simplificarlo, pero la propuesta fue tumbada por la Asamblea del club. Querían solo seguir como siempre.
