OPINIÓN
Decía Zidane en la rueda de prensa previa que esta última jornada de Liga no podía ser tomada como un ensayo general para Kiev. Argumentó el galo que es que Villarreal y Liverpool se parecían poco. Aunque visto lo visto en la primera parte, con que al Madrid le salga la final de Champions la mitad de bien que le fue en el Estadio de la Cerámica hasta el descanso, seguramente que el técnico merengue se conformaría. Y es que el Real Madrid destruyó por completo al equipo castellonense en una primera mitad de muchos quilates. Y además, con un once que ‘apesta’ al que podría formar ante el Liverpool la semana que viene salvo por el premio en forma de debut que tuvo Zidane con su hijo Luca. ¿Nepotismo?, se discutía en la previa. No parece, pues es un detalle habitual de ‘despedida’ de este cuerpo técnico con el tercer portero, y además Luca demostró no ser ni mucho menos manco pese a los dos goles encajados. Poco más se le pudo exigir en ambas jugadas.
Sea como fuere, más allá de la anécdota histórico-familiar, lo realmente importante estaba de la portería en adelante, con diez jugadores que están en todas las quinielas para ser titulares en Kiev y que llegan como motos. Una defensa con un Carvajal recuperado para la causa, Ramos, Varane y Marcelo, que dejó una asistencia de lujo. En el centro del campo, Casemiro-Kroos-Modric y por delante de ellos en el vértice superior del rombo estaba Isco, quien además fue sustituido antes del final en un intento (quizás) de ‘reservarle’. Y en la línea de ataque, un Gareth Bale en estado de gracia, y Cristiano Ronaldo, ya recuperado después de caer lesionado en el último Clásico. El once de Cardiff, con la posible inclusión del ‘expreso de Gales’ en lugar de Benzema.
Una hipótesis que podría encajar. Por las opciones que puede ofrecer Gareth Bale en campo abierto ante un Liverpool de presión por todo el campo. Porque el centro del campo estaría ya reforzado con el 4-4-2 en rombo donde Casemiro-Isco serían protagonistas. Y principalmente, porque el galés parece el mismísimo Midas, convirtiendo en oro todo lo que toca. Ante el Villarreal cuajó un buen partido, dejando un gran gol que se fabricó él mismo gracias un ‘truco’ ante su marcador y disparando con su diestra desde fuera del área. Señal de que su confianza está en niveles máximos. ¿Justo a tiempo para Kiev? Sólo lo sabe Zidane.
El que demostró estar al mismo altísimo nivel de siempre fue Cristiano Ronaldo. Jugó sesenta minutos en Castellón y no evidenció ninguna incapacidad para estar en la final de Champions. Al contrario, dejó un oportuno gol haciendo bueno el brillante centro de Marcelo con el exterior de su bota siniestra. Difícil dibujarlo mejor que como lo hicieron los dos jugadores merengues entre tanto ‘amarillo’. Incautos quienes dijeron de jubilar al ‘7’ a principios de esta misma campaña: con este gol ya ha marcado más tantos que en su (brillante) temporada pasada. Veintiséis por veinticinco sólo en La Liga, y 44 por 42 entre todas las competiciones. Eso sí que es una jubilación dorada y no lo de Marina D’Or.
El 2-0 en el descanso fue inapelable. El mejor síntoma posible para los blancos de cara a la final de Champions, desde luego. Quizás tan bueno que el Real Madrid quedó incluso algo saciado. Porque la segunda parte fue poco a poco cayendo del lado de la algarabía del Estadio de la Cerámica y de un alegre Villarreal, que se permitió ruletas, el debut del saudí Salem, un chutazo de Roger y un mano a mano perfectamente resuelto por Samu Castillejo para empatar el partido al final. “Las brujas de Salem”, destacarán en Arabia, viendo cómo con su compatriota en el campo el Real Madrid perdió su magia sobre el césped.
En realidad, estaban sólo pensando en la Champions League, en dosificarse, en no lesionarse (hubo varios sustos antes del final -como Luca, Casemiro y Varane-), y quizás también en el regocijo de ver que, si era una prueba general para Kiev, los blancos habían demostrado que funcionó mientras que ellos quisieron. El segundo puesto se lo queda el Atlético matemáticamente, pero la gloria espera todavía a los hombres de Zidane, y no estaba esperando precisamente en Castellón.