Ruben Uría Blog

El Club del Fracasado

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Si Simeone, que ha dado la vuelta a todo un club y ha ganado siete títulos en siete años en plena era de Messi y Cristiano, pierde frente a una potencia europea, le llamamos fracasado. Si el Atleti, que jugó dos finales de Champions contra un equipo que tiene más Copas de Europa que el Atleti Ligas, las pierde, le llamamos fracasado. Si el Madrid, que ha ganado cuatro de las últimas cinco Champions pierde frente a un rival inferior, le llamamos fracasado. Si al Barcelona, que arrasa en España desde hace años con una hegemonía incontestable, le vuelven a largar de Europa, le llamaremos fracasado. Si al Sevilla, que lleva cinco Europa League en los últimos años, le da por no entrar entre los cuatro primeros, le llamaremos fracasado. Si a Marcelino, que ha metido al Valencia en una final de Copa después de once años, le da por no ganar la Copa, le llamaremos fracasado. Si Zidane, que ha conquistado tres Ligas de Campeones consecutivas, no lo repite en su segunda etapa, le llamaremos fracasado. Si Messi, que es el mejor jugador de la historia, no gana él solo el Mundial, la Liga, la Copa, la Champions, la NBA y el FIFA19, le llamaremos fracasado. Si Cristiano, que es el mejor goleador que uno haya visto, le acaban eliminando de esta UCL, le llamaremos fracasado. Si Mourinho, que ha ganado títulos en todos los países donde ha estado, es despedido de dos equipos, le llamamos fracasado. Si a Guardiola, que va coleccionando títulos allá por donde va, le echan de esta Champions, le llamaremos fracasado. Y así, en bucle infinito, ingresaremos en el Club del Fracasado a todo aquel que no consiga el objetivo que consideramos debe lograr, desde una autoridad moral que nadie nos ha concedido.

La pregunta del millón es ¿qué somos los que repartimos carnés de fracasados desde una tribuna de opinión, una tertulia radiofónica o un plató de televisión? ¿qué tipo de moral tenemos los que, por alguna razón ignota, nos atribuimos la capacidad de delimitar quién es un fracasado y quién no? Cabe que un partido, una final, un hecho puntual, una situación concreta, se pueda tachar de decepción, de golpe o incluso de fracaso. De acuerdo. Pero el hecho, nunca la persona. Vivimos tiempos convulsos, de gatillo fácil, de lecciones gratuitas y de cainismo exacerbado. Y como nos gusta más nuestro equipo que el propio fútbol, como no somos objetivos – todos somos subjetivos, porque objetivo viene de objeto y somos personas-, nos hemos creído en posesión de la verdad absoluta, de la panacea universal, en inquisidores habituales del prójimo, sin reparar en que, en realidad, sólo los auténticos fracasados nos arrogamos la potestad de calificar como fracasados a los que han intentado dar lo mejor que tenían, sin conseguirlo.

Podemos seguir pensando que todo el mundo es un fracasado o convivir, desde la naturalidad, con la palabra fracaso. En la vida, como en el deporte, se pierde más de lo que se gana. Y en el deporte, ganar es lo excepcional. Fracasar sirve para definir un hecho, pero nunca a una persona. No hace muchos días un colega de profesión le preguntaba a Gaby Heinze, entrenador de Vélez, si no sentía que no ganar a un equipo de menor rango era un fracaso. Su respuesta fue explícita: “Soy el gran fracasador del fútbol”. Estamos abusando de esa palabra con demasiada ligereza. Michael Jordan dijo en cierta ocasión: "He fallado más de 9.000 tiros en mi carrera. He perdido más de 300 partidos. En 26 ocasiones me confiaron el tiro ganador y fallé. He fallado una y otra y otra vez en mi vida, y por eso he tenido éxito". Beckett dijo de manera crítpica: “Lo intentaste. Fracasaste. Da igual. Prueba otra vez. Fracasa otra vez. Fracasa mejor”. Hace unas horas me he atrevido a comprobar la cantidad de veces que, en los últimos tiempos, he tenido la osadía y el atrevimiento de llamar fracasado a alguien. Han sido demasiadas. Y he sentido vergüenza. Me ha dado por pensar quién es más fracasado, el que lo intenta sin conseguirlo o el que fracasa llamando fracasados a los demás. Hay más gloria en el que fracasa intentándolo que en el que llama fracasado al que se atrevió a fracasar con sus ideas. Propósito de enmienda, dejar de usar ese calificativo. Palabra de periodista fracasado.

Rubén Uría

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