Desde el mismísimo día en que Argentinos Juniors reinauguró su tradicional estadio de Boyacá y Juan Agustín García, rebautizado Diego Armando Maradona, que el debate permanente es acerca de las dimensiones del campo de juego, inferiores a las del resto del fútbol argentino. Y cada visitante, a la hora de ir a La Paternal, pone el tema sobre la mesa para organizarse tácticamente.
¿Qué se decía que haría Marcelo Gallardo para intentar encaminar la serie luego del 1-1 de la ida? Línea de tres en el fondo y a hacerse ancho con Montiel y Angileri. ¿Qué hizo el Muñeco? No solo mantuvo la línea de cuatro, sino que sumó a Zuculini para acompañar a Enzo Pérez y cerró a Carrascal en lugar de Julián Álvarez, más punzante como extremo. ¿Qué hizo Gabriel Milito? No supo cómo desarticular ese entramado en la zona media y perdió el duelo desde el minuto uno.
¿Hubo momentos donde la suerte pudo cambiar? Claro. Porque Franco Armani, de flojas actuaciones durante el 2021, fue el Armani copero que siempre aparece para una o dos atajadas casi imposibles. Y tampoco se puede dejar de lado la fatídica noche de Torrén y Quintana, especialmente este último con un resbalón que costó el primer gol y casi media serie.
Mientras tanto, los flashes se van con el nuevo goleador: Braian Romero, la apuesta concretada pocas horas después de confirmarse la salida de Borré, ya empezó a pagar la inversión con un juego que, a priori, parece más a la medida del DT que lo ofrecido por el colombiano, amén de sus más de 50 goles. A la asistencia para Suárez de la ida le sumó la potencia para llevarse puesto a medio barrio de La Paternal y poner el 1-0, mientras que en la segunda parte recibió la devolución de gentilezas del cordobés para que convierta el 2-0 definitivo, que pudo tener su tercer gol cuando Carrascal, menos lagunero y más jugador de equipo, aprovechaba otro error de la última línea pero llevándose la pelota con la mano.
Las dudas de la ida se transformaron en la ilusión renovadísima, de la mano del alquimista Gallardo. Con Atlético Mineiro en el horizonte, después de la escandalosa serie con Boca en la que exhibió poco y nada, el hincha vuelve a creer. Porque River, en la Copa y con el Muñeco, siempre es champagne.