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Bergamo hospitalGetty

Cómo el Covid-19 convirtió la noche soñada de Atalanta en la peor pesadilla de Bergamo

"Fue una noche maravillosa, un sueño hemoso", aseguraba en los micrófonos de Sky Sports el capitán de Atalanta, Alejandro Gómez, instantes después del inolvidable triunfo 4-1 sobre Valencia en el Giuseppe Meazza, ante 40 hinchas que habían viajado desde Bergamo hacia Milán para presenciar el primer partido de la historia del club en los octavos de final de una Champions League. "Para ser honesto, no esperaba que viajara toda esta gente. Es algo único, lo vamos a recordar toda la vida", se emocionaba el Papu.

Lamentablemente, poco más de un mes después del partido y con más de cuatro mil muertos en toda Italia a causa del coronavirus, lo ocurrido aquel 19 de febrero en San Siro es observado con ojos bien distintos.

Esa noche, una masa uniforme de personas se abrazó, chocó sus palmas y se besó mientras veían cómo Gómez, Josip Ilicic y Hans Hateboer aplastaban al equipo español y comenzaban a liquidar la serie eliminatoria. Según se cree actualmente, sin quererlo, esos fanáticos jugaron un papel fundamental para la expansión del Covid-19 en la región de Bergamo: el Atalanta - Valencia ahora es llamado 'Partita Zero' ('Partido Cero'), una "bomba biológica" que estalló en San Siro, según palabras del jefe del Departamento de Pulmonología del hospital más importante de la ciudad italiana.

El inmunologista Francesco Le Foche está de acuerdo con esta postura, según le dijo al diario Corriere dello Sport el pasado jueves: "Es probable que hayan habido varios disparadores masivos y catalizadores para la difusión del virus y tranquilamente Atalanta - Valencia pudo ser uno de ellos. Ya pasó un mes desde el partido, así que los tiempos son pertinentes. Debo imaginar que muchos no quisieron perderse aquel partido si tenían sus entradas, aún si se sentían un poco afiebrados. En retrospectiva, fue una locura que se disputara el partido con público, pero en aquel momento las cosas no estaban lo suficientemente claras. Hoy, sería impensable".

Atalanta fans San SiroGetty

En aquel momento, la preocupación por la situación era menor en Europa, con la enorme mayoría de los casos de coronavirus todavía concentrados en la provincia china de Wuhan. Apenas dos días antes del encuentro en San Siro se había detectado al Paciente Uno en Codogno, el primer pueblo italiano en quedar en cuarentena.

Como reconoció el carrilero de Atalanta Robin Gosens, todavía nadie se había dado cuenta del riesgo que implicaba jugar un partido en un estadio donde se congregaría un tercio de la población total de Bergamo: "Todos subestimamos el Covid-19, yo incluido. Pensaba que, como mucho, era una gripe. Salí, fui a restaurantes, me junté con mis amigos. No conocíamos este enemigo, ni su capacidad. Y lo comprendimos cuando los casos ya eran demasiados", le dijo el alemán a la Gazzetta dello Sport.

Para cuando llegó el momento de la revancha en Valencia, el virus ya se había apoderado de todo el norte de Italia. Bergamo estaba particularmente afectada. Incluso, había dudas acerca de la conveniencia de dejar viajar a Atalanta hacia España para disputar el partido, aunque fuera a puertas cerradas. Sin embargo, el partido se jugó y el conjunto de Gian Piero Gasperini selló su pasaje a los cuartos de final con una victoria 4-3, para un 8-4 en el global.

Tras el pitazo final, los jugadores del conjunto italiano se juntaron en el círculo central del vacío Mestalla y mostraron una pequeña bandera para quienes los miraban desde casa: "Bergamo, esto es por ustedes. Nunca se rindan". El tributo fue recibido con tanto entusiasmo como la victoria: "Nos regalaron dos horas de entretenimiento y alegría en un momento muy delicado por este horrible virus que sacude nuestras vidas", aseguró el presidente del club, Antonio Percassi.

Antes del encuentro, los jugadores habían recibido mensajes de apoyo del alcalde de la ciudad y del director de uno de los tantos hospitales que ya empezaban a verse desbordados por el creciente número de infectados de coronavirus. Buscaban algo de alivio ante la crisis sanitaria. Y el equipo respondió.

Hans Hateboer AtalantaGetty

Sin embargo, ese segundo partido nunca debió haberse disputado. Como legítimamente se preguntó Gosens: "¿Para qué lo hicieron a puertas cerradas si no iban a impedir que los hinchas de Valencia se juntaran en los alrededores del estadio?". Los fanáticos de Atalanta, que donaron a los hospitales locales el dinero devuelto por las entradas para el duelo en Mestalla, decidieron colectivamente no ir a recibir al plantel al aeropuerto para celebrar un triunfo histórico tanto para el club como para la ciudad.

Para ese momento, el daño de haber jugado el primer cruce ya se estaba sintiendo. Y llevar a cabo la revancha sólo exacerbó el problema en Valencia, donde el 35 por ciento del personal del club terminó dando positivo por Covid-19. Si lo contrajeron en Milán, Mestalla o cualquier otro lado es imposible de determinar. Lo que está claro es que esa serie de octavos de final debió haber sido postergada.

Ahora, Gómez, Ilicic, Hateboer, Gosens, Gasperini y todo el resto del cuerpo técnico y el plantel están confinados a sus hogares y se levantan todas las mañanas con la noticia de nuevos casos y nuevas muertes. Diarios como L'Eco di Bergamo se componen casi exclusivamente por obituarios y los canales de televisión muestran imágenes de camiones militares transportando ataúdes desde las morgues abarrotadas de cadáveres hasta los crematorios.

Aún así, hay muchos que siguen sin respetar la cuarentena total que dictó el gobierno italiano para todo el territorio nacional. Y el virus se sigue expandiendo. Por eso, nadie puede saber cuándo se terminará todo esto. Mucho menos, si Atalanta podrá regresar a la acción. Todo lo que se sabe es que, hace apenas un mes, el club, la ciudad y su gente vivían un sueño hermoso y ahora se sienten atrapados en una pesadilla que parece no querer terminar.

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