Charles Aránguiz, titular durante los 90 con Bayer Leverkusen, perdió un partido que podía meterlo entre los seis primeros de la Bundesliga: el Hertha Berlin lo batió en BayArena en una jornada donde el chileno se sintió particularmente solo.
Es que el Príncipe de Chile ofició de eje de Peter Bosz en un 4-1-4-1 en el que marcaron la diferencia las ausencias de Demirbay y Baumgartlinger y, por ende, le tocó a él encargarse de la marca en todo momento, pero también de enlazar al medio con los más adelantados, que también recorrieron por senderos no tan habituales.
Volland nunca se sintió cómodo en la izquierda, Amiri y Havertz estuvieron inconexos y el esfuerzo de Alario tampoco fue suficiente. Es más, tras el gol de Rekik (64', único de la jornada) el Bayer apenas inquietó con dos cabezazos de Volland, que debió centralizarse para hacerse notar.
La única asociación que pudo finalizar Aránguiz fue un pase suyo a Amiri que el creativo lamentó en la que sería la segunda de siete paradas de Rune Jarstein, el meta visitante. El resto de la noche debió conformarse con proponer el orden desde el corte y la salida y en esa faceta, como siempre, cumplió: tras Panagiotis Retsos, que solo jugó el complemento, fue el más preciso del equipo, con 84 aciertos entre 91 intentos de pase (92.3%).
Mejor suerte espera encontrar Aránguiz cuando se incorpore a la disciplina de las Aspirinas el argentino Exequiel Palacios. Bosz tiene planeado verle metros por delante de su eje -Charles- y como llave para generar más situaciones riesgosas y, a la vez, fortificar las labores mixtas de quite y ataque.
Con Palacios, el 20 chileno sumará a un compañero ideal con quien repartirse funciones que contra el Hertha de Klinsmann debió asumir en propiedad. Y no le alcanzó.