La primera jugada pudo ser algo intrascendente, pero en realidad representó mucho: Pipa Benedetto entró al partido con lo que Boca no tenía hasta ese momento. Tranquilidad. El delantero del Xeneize, que ingresó por lesión de Pavón a los 27 minutos del segundo tiempo, tomó la pelota entre Pinola y Maidana y la abrió hacia el sector derecho. Nada más. Y nada menos.
La lesión de Pavón, uno de los jugadores que supuestamente más desequilibrio puede generar en Boca, terminó siendo una buena noticia para el equipo de Guillermo. Lo que era un equipo partido y desconectado se convirtió en un once guerrero y batallador principalmente por lo que producían los dos centrodelanteros. Tanto Wanchope como el Pipa empezaron a rebotar, pivotear y generar juego desde las descargas.
El gol fue una cosa de locos. Un centro en el que despegó de manera increíble y metió un nucazo bárbaro para marcar lo que en ese momento era el 2 a 1.
En el segundo tiempo, Benedetto fue el único que salió a jugar como correspondía para el Xeneize. Ganó varias pelotas por tirarse al piso y sacrificarse. Mantuvo el ritmo de pivoteo y bajó algunas pelotas importantes.
A la larga, Boca perdió 27 minutos sin su mejor jugador en la cancha en el partido de ida de la final de la Copa Libertadores, ante River.