EDITORIAL
Se le acaba el tiempo al Barcelona. El mercado cierra en dos semanas y de momento solo ha conseguido traer a Nélson Semedo y a Paulinho Bezerra, además de recuperar a Gerard Deulofeu. Por el camino ha perdido a Neymar Da Silva y no consigue seducir a ninguna primera espada para que acompañe a Leo Messi. Andrés Iniesta se hace mayor y, tal y como sucedió con la sucesión de Xavi Hernàndez, no hay ni siquiera una lista de elegidos para heredar sus funciones. La nave azulgrana se ha parado y el timonel ni siquiera se ha dado cuenta de ello.
Pensar que al Barcelona solo le falta continuidad en la presión para mantenerse entre la élite europea es un diagnóstico muy alejado de la realidad. Escuchar al mánager deportivo, Pep Segura, asegurando que ante el Real Madrid "dominamos el juego hasta el autogol de Piqué" da miedo. Porque el Barcelona no controló el partido en ningún momento. Ni siquiera controló la grada del Camp Nou, llena de turistas que celebraron los goles del cuadro blanco como si los hubiera marcado Messi, pero eso es otra historia.
Algo parecido sucedió en la eliminación ante la Juventus. Como en el Parque de los Príncipes, el campeón italiano dominó tanto en su casa como en el feudo barcelonista, donde no necesitó más que un empate a cero para clasificarse. Se jugó en todo momento a lo que quiso la 'vecchia signora', aunque Robert Fernàndez asegurara que "hemos dominado el juego". No lo hicieron en ningún caso y de aquellos barros, estos lodos. El Barcelona tiene hoy una plantilla netamente inferior a la del año pasado tras perder a Neymar y desmontar la MSN, el único argumento que le quedaba como equipo de élite.
No hubo sucesión para Xavi y no hay plan alguno con un Iniesta que se agota. Solo hay dos centrales de garantías y el equipo sigue sin un lateral derecho de nivel. El equipo se aguanta por Messi, alguien que no tolera la derrota en ninguna de sus formas. Este Barcelona no es un equipo ganador y todo lo que no sea acertar en el diagnóstico y "hacernos más fuertes, más que sustituir a Neymar" como pedía Piqué, puede desembocar en una racha de malos resultados que desemboque en elecciones en caso de que la moción de censura que prepara el socio Agustí Benedito acabe prosperando. La cuenta atrás ya ha empezado.
