GoalSi el Atleti te mata y te da la vida, amigo Fernando, tú me mataste y me diste la vida. Fuiste, eres y serás el Atleti y el Atleti fue, es y será como tú, Altarejos. "Este año ganamos la Liga, lo demás no importa”. Ese fue tu último deseo cuando nos dejaste antes de Navidad, hace seis años, cuando sacaste abono para el tercer anfiteatro y quien esto escribe se rompió en mil pedazos cuando tu padre me regaló un abrazo interminable. Te fuiste un día 14, como el número de tu capitán, Gabi. Como el que llevaba cosido a la espalda tu comandante, Simeone. Te fuiste dejando un reguero de cariño entre todos los que te querían. Te fuiste siendo el tipo más valiente que he conocido jamás, porque asumiendo que el fracaso es el único sitio en el que nos sentimos seguros, regateaste el porvenir yendo de frente, siempre en dirección contraria, a pecho descubierto. Resistiendo. Dando una lección de entereza, sabiendo que ibas a perder mientras intentabas ganar, ganar y volver a ganar. Te fuiste sin negociar el esfuerzo, sin dejar de creer, demostrando que existe otra manera diferente de entender la vida.
Entraste en mi vida sin llamar, nos unió esa droga dura que es el Atleti y te fuiste cuando más te necesitaba. Cuando me dijeron que estabas enfermo monté en cólera al saber que no quisiste que lo supiera, porque no querías que te viera así. Cuando te comunicaron que no había remedio, me seguiste enviando mensajes sobre Simeone. Cuando los médicos te dijeron que ese partido ya no lo podrías ganar, querías reencarnarte en Gabi. Cuando ya no pudiste caminar y te ingresaron, seguiste enganchado al Atleti con tus compañeros de Movistar. Cuando ya no podías ni sujetar el teléfono, porque te dolía hasta el alma, no protestaste, ni te quejaste, para ser todo lo que es el Atleti. Combatiste y te levantaste, después de cada paliza, para recibir otra, aunque no tuvieras ganas de hacerlo. Cuando el árbitro de tu vida te dijo que estabas en el tiempo-extra, pensaste en lo que pasa cuando besa la red un gol de Ayala. Y cuando tu corazón se paró y el mío se hizo un ovillo, cuando se te apagó la luz y mi mundo se hizo un lugar mucho peor, te fuiste soñando con un título...partido a partido.
Meses después, el Atleti no pudo ganar la Liga y sentí que estábamos en deuda. Hoy, seis años después, el Atleti, tu Atleti, nuestro Atleti, es campeón. Porque si se cree, y se trabaja, se puede. Claro que se puede. Siempre se puede. No te veo, pero te siento. Y te escucho desde el fondo del bar, subido a la silla, gritando con furia: "Verdades como puños que golpean la realidad". Te fuiste sin irte. Te fuiste pero sigues aquí, porque siempre estás presente, Altarejos. Hoy tu Atleti te ha pagado lo que debía y me cuesta escribirte. Te fuiste sin que tu última voluntad se cumpliese, pero el Atleti siempre vuelve. Lo ha hecho a lo grande, siendo a veces el Atlético de Madrid y otras, el Atlético de Miocardio. Resistiendo. Querías un título antes de dejarnos y ahora tienes lo que querías. Festeja, celebra, abraza, ama, salta, ríe y canta. Hoy es un gran día para esa pasión inexplicable que otros llaman vida y tú llamas Atleti.




Hoy estaré eufórico, me pondré la camiseta, llamaré a mi padre, a mi madre, a mi hermana, a los del Treze Bar, a los Replicantes, a María José Navarro, a mi 'Doniphon' del alma, a mi hermano Zarza y al Pernales. Esta noche compartiré mi alegría con tu comandante Simeone y con tu héroe Gabi. Felicitaré a toda la legión atlética y explicaré en la televisión por qué me quema el pecho el fuego inextinguible del Atleti. Me mensajearé con mis vecinos de Las Tablas, querré abrazar a Sofía Zyba, deberé un prólogo prometido a Tanya Collados y pensaré en los ojos que hablan de Margarita. Pero antes de todo eso, permíteme que mi primer recuerdo sea para tí. Han pasado seis años, pero el Atleti te ha cumplido. Hubo gradas vacías y hospitales llenos, pero el Atleti te ha cumplido. Eres campeón. Como soñaste, como quisiste, como anunciaste. Como merecía tu familia. Como estaba escrito. Todo nos cuesta el doble que a otros, pero cuando toca resistir, somos del Atleti de Madrid.
¿Recuerdas que pensábamos que el Atleti es hacer posible lo que todos te dicen que es imposible? Estaba equivocado, socio. Es más que todo eso. El Atleti te mata y te da la vida, forma parte de lo que amamos, sentimos, protegemos, queremos y recordamos. Es una pelea constante de personas que luchan como hermanos, derrochando coraje y corazón. Es un veneno que se te mete dentro y te recorre la médula. Ser del Atleti es compartir con gente como tú, porque mi Atleti fue, es y siempre serás tú. El día que nos dejaste huérfanos de tu energía, sentí un vacío inmenso. Hoy lo ha llenado el Atleti. Y aunque a veces me siento un fracasado porque sigo sin formar una familia, porque tropiezo siempre en la misma piedra y porque mi peor enemigo soy yo mismo, te diré algo pequeño demonio: tu Atlético de Madrid le ha dado alegría a mi corazón. Por fin, te ha hecho justicia. Nos vemos en los bares del tercer anfiteatro. Ve pidiendo la penúltima a mi salud. Fernando. Haz realidad la estrofa de Leiva y Sabina, siéntate en el trono de Neptuno, donde no cabe ninguno que no sepa soñar, partido a partido. Y cuando te pregunten qué es resistir, explícales qué significa tu Atleti de Madrid. Perdón por tan poco y gracias por tanto. Te quiero, Altarejos.
Rubén Uría
