Argentina va a jugar el Mundial de Qatar 2022. Si bien resta la confirmación matemática, sólo es una cuestión de tiempo para que la Albiceleste garantice su lugar en la máxima cita: a diferencia con lo ocurrido en el camino a Rusia 2018, cuando hubo que esperar hasta el último instante para sacar pasaje, el equipo de Lionel Scaloni podría convertirse en uno de los 32 participantes de la 22° edición de la Copa del Mundo en la próxima ventana de las Eliminatorias Sudamericanas, cuando todavía restarán cuatro fechas por jugarse. Y aunque incuestionablemente se trata de una realidad tranquilizadora, hay también un riesgo oculto detrás del gran presente del conjunto que lidera Lionel Messi.
Después de ganar la Copa América en Brasil, Argentina se sacó de encima una mochila de mil kilos y empezó a mostrar su mejor juego en muchísimo tiempo, se convirtió en el seleccionado con el mayor invicto del mundo y empezó a ser mencionado por el planeta redondo como uno de los grandes candidatos para Qatar. Y ahí es donde se esconde la trampa: para el Mundial todavía falta más de un año (el partido inaugural será el 21 de noviembre de 2022) y el equipo deberá saber sostener el nivel alcanzado durante un tiempo muy largo, en el que muy probablemente su única motivación será mantenerse en la parte alta del Ranking FIFA para ser cabeza de serie en el sorteo de junio.
Mientras los grandes medios y los influencers de las redes ya juegan a armar la lista de 23 convocados y hasta se animan a contar cuántos jugadores tienen su lugar "asegurado" en la nómina definitiva, el entrenador tiene bien claro que viene por delante la etapa tal vez más difícil del ciclo: una cosa es llegar y otra muy diferente, sostenerse. De aquí a la Copa del Mundo, a Argentina le quedan seis partidos de Eliminatorias, la Copa Euroamericana frente a Italia y algún que otro amistoso, en los que se sabrá obligada a ratificar el nivel que ya demostró que puede tener.
Saben todos en el combinado nacional lo peligroso que puede ser llegar al pico de rendimiento demasiado tiempo antes del Mundial. La experiencia del Mundial 2002, al que la Albiceleste llegó después de haber arrasado en el torneo clasificatorio y del que se fue en primera ronda, con un equipo fundido física y mentalmente, está presente en la cabeza del cuerpo técnico: Pablo Aimar, Walter Samuel y Roberto Ayala, los tres asistentes del entrenador, fueron parte de aquel plantel de Marcelo Bielsa.
¿Cómo hacer para evitar el inicio de la curva descendente? Esa es la tarea a resolver. Por lo pronto, en la conferencia previa al partido contra Perú, Scaloni dio algunas pistas. Lejos de confirmar lo que parece un secreto a voces (que ya encontró un equipo titular), el santafesino explicó: “Nuestra idea es que nadie se relaje, que nadie piense que tiene el puesto asegurado porque tiene que ser así. Cualquiera que esté afuera sabe que puede caer la chance en cualquier momento. No puedo asegurarte que son titulares siete porque no es así. Hay que rendir hoy porque atrás tenes compañeros que mueren de ganas de jugar".
Además de lo que pueda hacer puertas adentro, el técnico también deberá estar muy atento a lo que pase durante el tiempo en que los jugadores estén fuera de su órbita. No sólo por el riesgo siempre latente de las lesiones, sino también por el exigente calendario que deberán afrontar muchos de los jugadores en sus clubes: uno de los grandes problemas que tuvo aquel equipo de Corea-Japón fue la enorme carga de partidos con la que llegaron al Mundial muchos de los futbolistas más importantes, que no pudieron mostrar su mejor versión en el momento más importante.
Por eso, de aquí en más, Scaloni tendrá la complicada tarea de administrar cargas, al tiempo que mantiene la base, evita que algunos se sientan inamovibles, sostiene el nivel y los resultados y empieza a depurar la lista. Una pavada.
