OPINIÓN
Alemania venció este viernes la final del europeo sub-21a España, reviviendo la misma cita que vivieron ambas selecciones a nivel absoluto en 2008 aunque con diferente desenlace.
Desde entonces, España vivió la etapa más laureada de su historia compuesta de dos campeonatos continentales y un Mundial, mientras Alemania esperaba su oportunidad para reinar sobre el planeta, como así ocurrió en 2014. Convirtiéndose ambos en los grandes dominadores del fútbol durante una década.
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No es casualidad que alemanes y españoles midieran en otra final. El mimo con el que España lleva un tiempo cuidando a las categorías inferiores se ha visto reflejado en los resultados con la absoluta y ha terminado contagiando a los germanos, quienes han tomado nota de la forma de trabajar en la Federación Española para labrar sus cosechas.
Alemania recuperó de nuevo el trono mundial, que precisamente estaba en manos de la ‘Roja’, y cayó en el penúltimo peldaño antes de poder hacer el doblete con la Eurocopa. Pese a este paréntesis, los resultados positivos del combinado olímpico bañados en plata y el papel en la Copa Confederaciones por parte del denominado equipo By este europeo,demuestran que los germanos son una realidad y una apuesta de futuro, si es que alguna vez dejaron de serlo.
Algo similar se puede opinar de la Selección, con la diferencia de que España cerró su etapa exitosa en 2012 para después naufragar en el Mundial de Brasil y caer, como en los viejos tiempos, en los octavos con Italia en 2016. Estos dos fracasos deportivos parece que van a ser subsanados por las generaciones que ya están llamando a la puerta con hambre de títulos. El horizonte español vuelve a ser esperanzador y amenaza con alcanzar cotas similares a las vividas, o al menos de hacer olvidar los errores del pasado disputando finales.