Adriano Rebel UnitedGetty Images, Footballco

'¡Soy el mayor desperdicio en el fútbol!' - Adriano se suponía que iba a ser el sucesor de Ronaldo, pero ahogó su carrera en el alcohol

En el fútbol, un solo disparo puede volver a un jugador inmortal, inolvidable, y elevarlo al rango de dios o de simple motivo de burla. Helmut Rahn, de Alemania, se convirtió en leyenda en el Mundial de 1954 con un tiro desde el borde del área. Su compatriota Mario Götze y Alcides Ghiggia, de Uruguay, también saben lo que es escribir historia con un remate. Roberto Baggio, en cambio, vivió la cara opuesta: un único disparo fallado en la final del Mundial de 1994 bastó para marcarlo para siempre.

Así como esos tiros definieron carreras, también moldearon la de Adriano Ribeiro Leite, de Brasil, tanto para bien como para mal. Por un lado, lo convirtieron en el “Emperador”, el heredero llamado a suceder a Ronaldo y a “escribir la historia del fútbol”, como alguna vez dijo el seleccionador brasileño Carlos Alberto Parreira. Con un pie izquierdo brutal, preciso y poderoso, podía marcar desde casi cualquier rincón del campo.

Pero también fueron disparos los que despertaron sus demonios: los que retumbaron en Vila Cruzeiro, barrio humilde de Río de Janeiro, y que tuvieron un impacto trágico en la vida y carrera del hoy retirado delantero de 43 años. Roberto Mancini, su técnico en el Inter de Milán entre 2004 y 2008, lo definió como la combinación perfecta de atacante: “la potencia de Gigi Riva, la agilidad de Marco van Basten y el egoísmo de Romário”.

Un delantero que lo tenía todo, pero que se ahogó en la depresión y el alcohol, y nunca alcanzó el potencial que parecía inevitable.

  • La noche en que un disparo marcó para siempre la vida de Adriano

    Cuando se analiza la carrera de un hombre con potencial de superestrella, siempre surge una pregunta inevitable: ¿en qué momento empezó todo a salir mal? En el caso de Adriano, la respuesta es clara.

    Todo comenzó a desmoronarse tras una noche de marzo de 1992, en Vila Cruzeiro, cuando la policía irrumpió en el barrio pobre de Río de Janeiro para golpear con fuerza a los temidos narcotraficantes del “Comando Vermelho”.

    “Aquel día cambió mi vida”, recordaría años después en una entrevista con fifaworld.com. “Crecí de golpe”. Tenía apenas diez años cuando presenció cómo su padre, Almir Ribeiro, cartero en las favelas, recibió un disparo en la cabeza.

    Su padre sobrevivió de milagro, pero la bala quedó alojada en su cráneo: no había dinero para una operación. Doce años después, esa misma herida acabaría por hacer su trabajo mortal, encendiendo un fuego latente en la mente de Adriano, un fuego al que acabaría sucumbiendo, incluso dentro del fútbol.

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  • Adriano InterGetty

    La metamorfosis de Adriano: un delantero fuera del molde brasileño

    Que Adriano fuera considerado una superestrella mientras el fuego ardía descontrolado en su mente se lo debe en buena parte a su entrenador juvenil en Flamengo, Luiz Antonio Torres, quien irónicamente dudaba de la carrera futura del entonces defensor Adriano.

    Torres no veía “ningún talento especial” en él: “Era bueno, pero no mejor que sus compañeros”, dijo una vez. De hecho, Adriano era “torpe, poco hábil”, un verdadero anti-brasileño que no flotaba “como otros chicos, como los grandes jugadores de Brasil”.

    Pero cuando Adriano, con 14 años, estuvo a punto de reprobar el “Peneiras” —el legendario proceso de selección para clubes profesionales en Brasil—, Torres pidió que lo pusieran como delantero centro. Fue un golpe de suerte en el mejor sentido.

    El anti-brasileño había encontrado su lugar y desde entonces arrasó en las categorías juveniles. Marcó el gol que dio la victoria a Brasil en el Mundial Sub-17 y, un año después, debutó con el equipo profesional de Flamengo. En solo cinco minutos anotó su primer gol, parte de los 14 que sumó en su temporada debut, además de asistir en otros tres. Su estrella por fin despegaba.

    Con su primer sueldo en Flamengo compró un apartamento para su familia en el lujoso barrio Barra da Tijuca, en Río, donde también tenía casa su ídolo Ronaldo. Más tarde dijo que dejó atrás las favelas, el crimen, los asesinatos y la violencia “con la cabeza en alto”. Mientras tanto, su talento había llegado a oídos de Massimo Moratti, entonces dueño mayoritario del Inter de Milán.

  • El debut de ensueño de Adriano en el Inter: Al principio hubo una explosión

    No llegó a terminar su segunda temporada en Flamengo. Massimo Moratti ofreció a Vampeta, que no había tenido éxito en Italia, más cinco millones de euros por el corpulento delantero. Flamengo aceptó y Adriano se unió al club donde jugaba el mayor delantero brasileño desde Pelé: Ronaldo.

    Como Ronaldo todavía luchaba por recuperarse de su segunda rotura del ligamento cruzado, Adriano hizo su debut inesperado apenas tres días después de la transferencia, en un amistoso contra el Real Madrid. Fueron ocho minutos de “pura magia”, como describió la prensa local.

    Adriano hizo lo que quiso con Aitor Karanka, incluso le hizo un túnel, dejó a Fernando Hierro parado como un colegial y se ganó un tiro libre en el minuto 90 que él mismo ejecutó.

    Con una velocidad fulminante, el joven desconocido de las favelas de Río disparó la pelota desde 16 metros y la clavó en la esquina superior derecha para el 2-1.

    Ese fue el inicio del tiempo de Adriano en el Inter, un disparo que le abrió las puertas de Italia.

  • Adriano FiorentinaGetty Images

    Serie A y la “Zona Adriano”: el préstamo que marcó su camino

    Pero el regreso de Ronaldo se acercaba, y Christian Vieri y Mohamed Kallon seguían liderando el ataque del Inter. Por eso, en el invierno de 2002, cedieron al gigante de 1.90 metros a la Fiorentina y luego, en verano, al Parma.

    Llegó a Florencia para intentar salvar a un equipo afectado financieramente tras la salida del legendario Gabriel Batistuta. Marcó seis goles en 15 partidos, muchos en el último minuto, como contra Chievo Verona y Milan. Esto le ganó el cariño de los tifosi, pues era capaz de convertir el infierno en cielo, como en su día hizo Renato Cesarini.

    La Juventus aún recuerda a Cesarini por la famosa “Zona Cesarini”, que designa los goles en los minutos finales. Pero la “Zona Adriano” duró solo seis meses en Florencia. Al final de la temporada, la Fiorentina descendió, se declaró en bancarrota y perdió su licencia, y Adriano fue cedido nuevamente, esta vez al Parma.

    En Parma brilló junto a su compañero de ensueño Adrian Mutu, quien, al igual que Adriano, luego caería víctima de sus propios demonios. La química entre ambos fue tal que el Parma pagó 14,5 millones de euros por Adriano. Cuando anotó ocho goles en los primeros nueve partidos de la temporada 2003/04, Moratti, presionado también por la afición, decidió traerlo de vuelta en invierno.

  • Adriano Copa AmericaGetty Images

    Adriano en el Inter de Milán: Una breve parada en el paraíso

    Mientras en Brasil aún se burlaban de Adriano, llamándolo despectivamente “tombadour” —un delantero que no encajaba con el ideal brasileño—, él se había convertido en el héroe indiscutible del Inter, sobre todo al final de la temporada, cuando anotó seis goles en los últimos seis partidos. Lo apodaron “L’Imperatore”, “El Emperador”, por su dominio físico implacable dentro del área rival.

    Adriano llegó en plena forma a la Copa América en Perú, aunque Brasil acudió con un equipo suplente, sin Ronaldo ni Ronaldinho. Pero él se adueñó del torneo: fue el mejor jugador, máximo goleador con siete tantos y un héroe nacional en la final contra su histórico rival Argentina.

    En esa final, Adriano empató dos veces, incluyendo un gol en el minuto 93 para igualar 2-2. Luego asumió la responsabilidad de lanzar el primer penalti y lo convirtió. Brasil ganó el título, y Adriano dedicó la victoria a su padre, cada vez más afectado por la lesión en la cabeza que sufrió aquel fatídico día de marzo de 1992.

    “Este título es para mi padre,” dijo entre lágrimas ante las cámaras. “Él es mi mejor amigo, mi compañero. Sin él, no soy nada.”

    El 25 de julio de 2004, en el Estadio Nacional de Lima, Adriano tocó el cielo. Era un héroe nacional en camino a la gloria. El entrenador Carlos Alberto Parreira proclamó: “Él escribirá la historia del fútbol y marcará las próximas tres Copas del Mundo, eso es seguro.”

    Pero esa estadía en el cielo sería breve para Adriano.

  • Adriano Confederations CupGetty Images

    Adriano y el alcohol: la caída del "Emperador"

    Nueve días después de la final en Lima, su padre murió de un infarto. Cuando Adriano recibió la llamada en Milán, su mundo se desmoronó.

    “Lo vi llorar. Tiró el teléfono y comenzó a gritar. No puedes imaginar ese tipo de grito. Todavía me da escalofríos hoy,” contó años después Javier Zanetti, capitán histórico del Inter, en una entrevista con Sempre Inter. “Desde ese día, Moratti y yo decidimos cuidarlo como si fuera nuestro hermano.”

    Y tenían todas las razones. Después de todo, fue su padre quien siempre lo había guiado y mantenido en el camino correcto, como recordó Zanetti. Parecía que Zanetti y Moratti lograban controlar la situación: Adriano marcó 14 goles en 16 partidos de liga durante la primera mitad de la temporada 2004/05. En la Copa Confederaciones de 2005 en Alemania volvió a ser el máximo goleador y fue elegido mejor jugador. Junto a Kaká, Ronaldinho y Ronaldo formaba el cuarteto fantástico que se esperaba llevara a Brasil a su sexto título mundial un año después.

    Pero las apariencias engañaban. La tristeza, el dolor y la ira se habían instalado en la mente de Adriano como compañeros demoníacos constantes.

    “Seguía jugando, marcando goles y dedicándoselos a mi padre en el cielo. Pero desde aquella llamada, ya no era el mismo,” confesó Zanetti. Un sentir que el propio Adriano confirmó años después.

    “Estaba solo en Italia. Aislado, triste y deprimido. Empecé a beber,” reveló en un reportaje televisivo en 2018. “Solo era feliz cuando podía beber. Cada noche. Bebía todo lo que encontraba: vino, whisky, vodka, cerveza. Mucha cerveza. No podía parar. Estaba borracho todo el tiempo.”

  • Adriano en Alemania 2006: el talento que se desvanecía

    Unos días antes de partir hacia la Copa del Mundo en Alemania, Adriano organizó una fiesta en Brasil con viejos amigos.

    “Todavía era un chico tímido y tranquilo, pero para nosotros, Didico —el apodo de Adriano entre amigos— era un héroe,” contó un amigo cercano a FourFourTwo.

    La reunión se realizó en un lugar secreto para que pudieran asistir también aquellos amigos con quienes Adriano alguna vez jugó al fútbol descalzo en las favelas, aunque muchos de ellos se habían descarriado. Algunos incluso se unieron al “Comando Vermelho”. Uno de sus amigos más cercanos murió en un tiroteo con la policía.

    Desde entonces, “la depresión y el alcohol se habían convertido en parte de su vida.”

    Adriano anotó dos goles en esa Copa del Mundo, pero fue apenas una sombra del delantero que una vez infundió miedo en los defensores. Brasil fue eliminado en cuartos de final. No habría ni un Adriano héroe mundial ni una sexta estrella para Brasil.

  • Adriano MourinhoGetty Images

    Adriano: “Llegué al entrenamiento borracho por la mañana…”

    En el Inter, el círculo vicioso de Adriano no hizo más que agravarse. Pasaba las noches de fiesta y luego no dormía, aterrorizado de perderse el entrenamiento.

    “Cuando llegaba borracho por la mañana, me mandaban al departamento médico para que pudiera dormir la resaca. Siempre decían a la prensa que tenía problemas musculares,” confesó Adriano. Ignoró las indicaciones del entrenador Mancini —quien en su momento lo definió como el delantero perfecto—, ganó 20 kilos y perdió todo autocontrol.

    En 2008, Moratti le concedió una especie de “permiso en casa” para que se reencontrara consigo mismo. Se gestionó un préstamo al FC Sao Paulo que, pese a algunos tropiezos —fue expulsado por dar un cabezazo a un rival y sancionado tras un altercado con un fotógrafo—, generó cierta esperanza.

    Con 17 goles en 28 partidos, Adriano regresó al Inter tras seis meses. Pero fue demasiado pronto. Volvió a caer en viejos patrones, y ni siquiera José Mourinho, experto en manejar estrellas sensibles, pudo enderezarlo.

    Después de un partido internacional en abril de 2009, Adriano no volvió al Inter. Fue dado por perdido y días después anunció que había perdido el amor por el fútbol.

    Eso fue la gota que colmó el vaso para Mourinho, y el paso de Adriano por Milán terminó con la rescisión de su contrato.

  • La caída final de Adriano: mafia, dinero sucio y fotos con un AK-47

    El golpe final llegó un año después, cuando el entrenador nacional Carlos Dunga decidió no convocar a Adriano para la Copa del Mundo de 2010, pese a que el delantero había brillado en su regreso al Flamengo y había sido clave en la conquista del campeonato.

    Para el inestable Emperador fuera de forma, esa fue la señal definitiva para despedirse de su carrera. A partir de entonces, comenzaron a circular rumores cada vez más extraños: peleas en discotecas, consumo de drogas e incluso un incidente donde supuestamente fue disparado en la mano por el arma de su propio guardaespaldas frente a un club nocturno. Adriano negó esta última versión, culpando a una mujer.

    Lo que sí fue imposible negar fueron las fotos que circularon en internet, donde aparecía posando con un AK-47 dorado junto a un jefe mafioso. Los rumores sobre pagos de dinero de protección a criminales y su supuesta relación con el “Comando Vermelho” no tardaron en surgir.

    Un intento fallido de regreso en Roma en 2010 fue seguido por un breve paso por Corinthians en Brasil. Allí, tras un buen inicio, se rompió el tendón de Aquiles y volvió al alcohol y la vida nocturna, acumulando peso. Cuando su entrenador le pidió que se pesara, Adriano supuestamente respondió: “Soy Adriano y no necesito que me pesen.”

    Eso puso fin a su paso por Corinthians y, cuatro años después, en 2016, su carrera terminó definitivamente en Miami United. Un desenlace que deja más preguntas que respuestas y el remordimiento tardío del Emperador que una vez fue considerado el heredero de Ronaldo.

    “Desafortunadamente, me di cuenta demasiado tarde de que el problema real eran las personas a mi alrededor,” confesó el internacional en 53 ocasiones. “Tenía ‘amigos’ que no hacían más que llevarme a fiestas y proveerme de alcohol y mujeres.” No está orgulloso “de que mi carrera haya terminado de esta manera.”

    Hubo quienes intentaron detener a Adriano mientras él destruía su carrera deliberadamente, pero al final todos fueron impotentes frente a los demonios en su mente. Demonios que existían mucho antes del gol debut de Adriano contra el Real Madrid, nueve años antes, cuando un disparo alcanzó la cabeza de su padre, un golpe tardío que terminó por destruir al futbolista que había sido su hijo.

  • FBL-BRA-ADRIANO-FAREWELLAFP

    El arrepentimiento de Zlatan, un homenaje tardío y el regreso a sus orígenes

    “No pudimos sacarlo de su depresión, y esa probablemente sea la mayor derrota de mi carrera,” dijo una vez Javier Zanetti. “Todavía me duele.” Incluso Zlatan Ibrahimovic, quien compartió vestuario con Adriano en el Inter entre 2006 y 2009, lamentó la triste historia del brasileño.

    “Cuando llegué al club, le dije al presidente: ‘No puedes venderlo, ¡quiero jugar con Adriano!’ Era una bestia. Podía hacerlo todo, disparar desde cualquier ángulo, nadie le podía quitar el balón. Pero su carrera fue demasiado corta. Probablemente porque el fútbol es 50% mental. Y si no estás ahí mentalmente, es difícil.”

    A pesar de sus caídas y errores, hubo un pequeño final feliz para Adriano. En mayo de 2021, le notificaron que sería inmortalizado en el legendario Paseo de la Fama del Maracaná. Allí, donde leyendas como Pelé, Zico, Romario, Ronaldo y Ronaldinho ya dejaron sus huellas —y ahora también Adriano. Al recibir la noticia, lloró desconsoladamente.

    Un homenaje tardío para un futbolista que pudo haber sido mucho más, de no haber sido por sus demonios internos.

    Se autodenominó “el mayor desperdicio del fútbol” en un artículo para The Player’s Tribune a finales del año pasado. Y ahora abraza ese estigma.

    Regresó al lugar donde todo comenzó: Vila Cruzeiro. Allí, entre callejones, disfruta paseando borracho, sin camisa y descalzo. Cada dos días juega al dominó sentado en la acera, recordando historias de su infancia y de su época como “Imperador”. Escucha música, baila con amigos, duerme en el suelo y confiesa: “En cada callejón veo a mi padre.”