¿Logrará el presidente del Barcelona, Joan Laporta, registrar a Dani Olmo y Pau Víctor para el resto de la temporada? Deberíamos averiguarlo en los próximos días. Otra solución temporal parece probable. ¿Pero es eso lo suficientemente bueno? ¿Y realmente importa en esta etapa? El daño ya está hecho, se han roto demasiadas promesas.
Olmo y Víctor todavía quieren jugar para el Barça, pero se dice que están "tremendamente enojados" con Laporta, mientras que Raphinha ha admitido que todo este lamentable asunto haría que los futuros objetivos de transferencia lo piensen dos veces antes de unirse al club. "Puede tener un impacto, no puedo decir lo contrario," admitió el brasileño. "Si estuviera en otro club viendo la situación por la que estamos pasando, probablemente me preguntaría si venir aquí es la mejor opción."
Al Barça le gusta verse a sí mismo como más que un club, una fuerza futbolística para el bien, un campeón de la cultura catalana. Pero los Blaugrana han ridiculizado su propio lema durante la última década. Se suponía que Laporta iba a reparar una reputación empañada por su incompetente predecesor Josep Maria Bartomeu, pero solo ha continuado ensuciando el nombre de una institución social que una vez fue orgullosa.




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