La Champions League, el ¿imposible? regalo de despedida que Kylian Mbappé quiere darle al PSG

No se puede negar que el sorteo de los octavos de final de la Liga de Campeones fue amable con el PSG. Al no haber podido ganar su grupo, los campeones franceses podrían haber quedado emparejados con equipos como el Manchester City o el Real Madrid; la derrota habría sido casi inevitable. En cambio, quedaron emparejados con el equipo peor clasificado que quedaba en la competición, la Real Sociedad.

Sin embargo, se trata de una eliminatoria cargada de peligro para el PSG. Para empezar, toda la presión recae sobre los parisinos, conocidos por su fragilidad mental, un club obsesionado con superestrellas.

Esta misma semana, el gran Gigi Buffon sugirió efectivamente que el PSG en realidad tenía demasiados talentos de talla mundial en el equipo en el que jugaba. "Yo venía de la Juventus, que ya tenía jugadores fuertes, pero cuando llegué al PSG pensé: '¡Madre mía! Si tomamos a todos estos jugadores y los traemos a Turín, ganaremos la Liga de Campeones cuatro veces en fila'", dijo el ex portero del Parma al podcast BSMT.

"Pero como en todas las cosas, hay pros y contras. Jugadores como Mbappé, [Marco] Verratti, Neymar, Thiago Silva y Marquinhos fueron increíbles, pero me preguntaba cómo no podían ganar la Liga de Campeones porque parecía imposible. Entonces entiendes cierta dinámica con tantos jugadores importantes, que puede volverse complicada, incluso si hubo un buen ambiente en el vestuario esa temporada".

Desde entonces, muy poco ha cambiado. En todo caso, la carga de intentar ganar la Copa de Europa se ha vuelto aún más pesada para los jugadores del PSG. A pesar de (o quizás debido a) su continuo dominio en la Ligue 1, el éxito de cada campaña se juzga por sus hazañas europeas y, tal como están las cosas, el PSG espera desesperadamente evitar una tercera eliminación consecutiva en octavos de final.

Otra eliminación anticipada arruinaría las esperanzas del club de convencer a Mbappé de que puede ganar la Liga de Campeones en París. Y lo preocupante para el PSG y su afición es que la Real Sociedad no tiene absolutamente nada que perder aquí. Al fin y al cabo, ya han hecho historia al llegar a los octavos de final de la Copa de Europa por segunda vez, lo que significa que se trata de una eliminatoria y, de hecho, de un desafío que deberían saborear.

Como dijo el entrenador Imanol Alguacil: "¡Imagínense las conmociones que se producirían al eliminar al PSG! Si conseguimos jugar como lo hicimos contra el Inter, que no pudo ganarnos ni en casa ni fuera [1-1 y 0-0], ¿por qué no vamos a poder hacerlo?".

¿Lo harán contra el PSG? Es una pregunta válida.

La Real no tiene muchos goles en su haber - incluso si Takefusa Kubo es un talento ofensivo apasionante - y su plantilla se ha visto presionada hasta el límite al competir en tres frentes (la Real también está clasificada para las semifinales de la Copa del Rey), lo que les hizo caer al séptimo lugar en La Liga después de una racha de solo una victoria en sus últimos ocho partidos.

Sin embargo, Alguacil ha formado un equipo maravillosamente bien entrenado y disciplinado que ha prosperado en la competición continental. Gracias a esos dos empates ante el Inter (y cabe destacar que la Real dominó el primer encuentro en San Sebastián), los vascos terminaron encabezando un grupo en el que no sólo estaban los subcampeones de la temporada pasada, sino también el Benfica, que quedó cuartofinalista hace un año.

Lo que es aún más impresionante es que se clasificaron sin perder un partido y concedieron dos goles, la cifra más baja del torneo. Es obvio, entonces, que la estrategia de la Real Sociedad en el Parque de los Príncipes el miércoles será confiar en sus excelentes centrocampistas Martin Zubimendi y Mikel Merino para perturbar la posesión del PSG y proteger una defensa de cuatro que ha estado muy bien dirigida por Igor Zubeldia esta temporada.

Evidentemente al PSG no le faltan jugadores capaces de derribar defensas. A pesar de dejar a Mbappé en el banquillo durante la victoria del sábado en la Ligue 1 sobre el Lille, Luis Enrique aún pudo alinear a Randal Kolo Muani, Ousmane Dembélé y Gonçalo Ramos (tres atacantes adquiridos por un total combinado de 195 millones de euros el verano pasado), mientras que Bradley Barcola, fichaje del Lyon por 45 millones de euros, entró como suplente en la segunda parte.

Sin embargo, como aludió Buffon, el problema en el PSG siempre ha sido sacar el máximo partido a la plantilla y Luis Enrique aún no ha resuelto ese dilema. El español está cada vez más irritado por las preguntas sobre el estado de forma fluctuante de Ramos y Kolo Muani, mientras que Dembélé suma cero goles o asistencias en la Liga de Campeones esta temporada.

También vale la pena recordar que el PSG sólo logró llegar a los octavos de final beneficiándose de una ridícula decisión arbitral en casa ante el Newcastle que le ayudó a desplazar al AC Milan al segundo puesto del Grupo F gracias a su superior goalaverage en los enfrentamientos directos, a pesar de ganar sólo dos de sus seis partidos.

Está claro, entonces, que Mbappé es absolutamente clave para las esperanzas de progresión del PSG. Ha marcado más goles (tres), creado más ocasiones (14), completado más regates (22) y ganado más duelos (28) que cualquiera de sus compañeros en el torneo esta temporada. La pregunta es, sin embargo, ¿dónde tiene la cabeza?

Su voluntad de ganar está fuera de toda discusión, pero las dudas residen en cuánta fe tiene en este PSG y, lo que es más importante, en su entrenador. Luis Enrique insiste en que ambos disfrutan de una relación de trabajo "perfecta", pero está claro que tenían puntos de vista muy diferentes sobre el planteamiento del PSG en los últimos compases del choque de la sexta jornada contra el Borussia Dortmund.

Mbappé se mostró frustrado después del empate 1-1 en Signal Iduna Park, creyendo que su equipo debería haber seguido presionando hasta el final para lograr la victoria que hubiera dejado al PSG liderando el grupo a expensas de los alemanes.

Su entrenador, sin embargo, argumentó después que garantizar la clasificación jugando un empate mutuamente beneficioso era la jugada inteligente.

Luego está el problema posicional. Luis Enrique insiste en que Mbappé es libre de jugar donde quiera, pero lo ha utilizado repetidamente para encabezar el ataque. Sin duda, ha demostrado ser una estrategia eficaz, ya que Mbappé anotó 30 veces en 29 apariciones en todas las competiciones esta temporada.

Sin embargo, el ganador de la Copa del Mundo en 2018 nunca antes había ocultado su preferencia por jugar en la banda. Y si va a jugar de centrodelantero, siempre preferirá jugar con un delantero centro puro como Olivier Giroud, que liderar él mismo la línea de ataque.

Es en medio de este contexto de incertidumbre que Mbappé debe encontrar una manera de impulsar al PSG a los cuartos de final de la Liga de Campeones. Se podría argumentar que alguna vez ya ha sido así en el caos constante que es el Parque de los Príncipes, pero hay una ventaja adicional en este último intento de conquistar Europa. Podría decirse que el PSG nunca ha estado en una posición tan pobre. No sólo parece que podríamos estar a punto de presenciar el fin del sueño de Mbappé, sino también de una era, y tal vez incluso de todo el proyecto del PSG.