En entrevista con el medio alemán Welt, Klopp confesó: “Vivía en un túnel, aunque nunca conmigo mismo. Ahora presto más atención a mi bienestar. Por tonto que suene, dejé de hacer aquello que siempre quise hacer. Pero eso me alejó demasiado de una vida normal y, al final, ya no tenía una vida normal. Lo que sea que signifique una vida normal: mi coche solo conocía tres rutas: al estadio, al campo de entrenamiento y a casa.
“Lo frustrante es que, aunque recibía muchas visitas en Liverpool, casi no tenía tiempo para ellas. En los últimos cuatro meses he asistido a dos bodas. Antes de eso, ninguna en 23 años.
“Ya no quiero volver a eso [entrenar]. Ahora tengo un trabajo que me llena y que también es exigente. No me desvelo por las mañanas ni me acuesto tarde por las noches, pero ahora puedo organizar mejor mi tiempo. Mi esposa, por ejemplo, está realmente feliz, porque por fin podemos planear cosas que antes eran imposibles.
“Por supuesto que también disfruté esa etapa. Algunos días no podía creer mi suerte. Mira de dónde vengo, y luego terminé en el Liverpool FC... y las cosas salieron bastante bien. Pero si volviera a entrenar en algún lado, todo empezaría de nuevo. ¡Soy así! No puedo simplemente llegar y entrenar: me involucro completamente. Y sinceramente, no veo que eso vuelva a suceder.
“Roy Hodgson se me acercó y me preguntó cómo estaba. En ese mismo instante me dijo: ‘Lo extraño’. Y yo pensé: ‘¿Qué?’ ¡Roy tiene 77 años y quiere volver a dirigir! Increíble. Cuando jugábamos contra el Crystal Palace, siempre le preguntaba si su apartamento tenía humedad o por qué seguía en la cancha.
“José Mourinho también me dijo: ‘Esto no es el final’. Hay entrenadores que simplemente no pueden dejarlo. Yo amaba ser entrenador, pero nunca fui adicto.”