La última vez que Ramiro Funes Mori pisó el césped de La Bombonera, el jueves 15 de mayo de 2015 había comenzado hacía cerca de 20 minutos. Sus ojos estaban enrojecidos y su camiseta, manchada por un líquido naranja. A su alrededor, escudos policiales lo protegían de las botellas que llovían desde las tribunas mientras ingresaba al túnel por el que habitualmente ingresa el equipo local. Instantes antes, el partido de vuelta de los octavos de final de la Copa Libertadores había sido oficialmente suspendido por el árbitro Darío Herrera luego de una hora y cuarto de deliberaciones.
El Mellizo fue uno de los seis jugadores de River afectados por el ataque con gas pimienta que el Panadero Napolitano -junto a otros hinchas de Boca- efectuó en el momento en que el equipo visitante asomaba hacia la cancha para disputar el segundo tiempo del encuentro, en uno de los más infames episodios de la historia del Superclásico. "Queratitis química", una inflamación en la córnea producto del contacto con una sustancia abrasiva, fue el diagnóstico oficial informado por el cuerpo médico del Millonario.
Ocho años después, el central volverá al Alberto J. Armando para disputar su primer partido contra el Xeneize desde que volvió al club de Núñez, a mediados de año. Un estadio en el que, más allá de aquella situación traumática, el mendocino también tiene un gran recuerdo.
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