El equipo nacional de Inglaterra en la Copa del Mundo de 2018 se destacó por una razón evidente: fueron el único equipo sin un solo jugador extranjero.
Contrasta esto con los ganadores del torneo, Francia, que contaban con jugadores de cinco países diferentes, o los subcampeones, Croacia, con talento repartido en once ligas. Incluso los pequeños Islandia tenían un equipo jugando en la impresionante cifra de catorce países diferentes.
Esto ha cambiado ligeramente desde entonces, con estrellas como Jude Bellingham y Harry Kane actualmente trabajando en el extranjero, pero sigue siendo poco común ver a un internacional inglés mudarse al extranjero.
Esto plantea la pregunta: en una era de fútbol globalizado, ¿por qué los jugadores ingleses son tan reacios a aventurarse en el extranjero? Es un tema complejo, con razones que van desde el dominio financiero hasta el precedente histórico e incluso un toque de pereza lingüística.



