El Debate: PSG e Inter chocan en la final de la Champions League por la gloria europea

Tom Hindle: Si el Inter quiere levantar el título, su mediocampo deberá estar a la altura. Nicolò Barella ha sido uno de los secretos peor guardados del fútbol europeo durante años, y parece listo para asumir un rol protagónico en lo que haga el equipo italiano este sábado. Un gran partido suyo elevaría enormemente sus posibilidades. Habrá que seguirlo de cerca. Y si un Francesco Acerbi de 37 años vuelve a canalizar al Ronaldo Nazário en su mejor versión, tampoco estaría nada mal.

Jacob Schneider: Para el PSG, la clave es, sin duda, Ousmane Dembélé. Si de verdad quiere demostrar que merece estar en el Top 3 del Balón de Oro, este es el escenario perfecto para hacerlo. En cuanto al Inter, los nombres son Federico Dimarco o Denzel Dumfries. Ambos aportan profundidad ofensiva y, al mismo tiempo, solidez defensiva, elementos fundamentales para el estilo de juego del equipo. Si sus centros son precisos, Lautaro Martínez tendrá oportunidades claras de gol.

Ryan Tolmich: Tal vez no sea la respuesta más emocionante, pero sí la más acertada: Gianluigi Donnarumma. Hay partidos de este calibre que los porteros pueden ganar por sí solos, y este podría ser uno de esos casos. Donnarumma, en su mejor nivel, es un guardameta que gana títulos, y lo ha demostrado desde que debutó como adolescente. Sí, habrá talento ofensivo en ambos lados. Sí, la táctica será clave. Pero Donnarumma es ese tipo de jugador que puede hacer que todo eso quede en segundo plano, simplemente evitando que el balón toque la red.

Tom Hindle: Sí. Yes. Oui. Mil por ciento. Cualquiera que haya seguido al PSG en los últimos años puede decirlo sin dudar: Mbappé los estaba frenando. Por cada gol que anotaba, su apatía total por defender los hacía peores. No es casualidad que el equipo haya mejorado tanto en su ausencia —aunque, claro, la inversión millonaria del verano pasado también ha sido clave. No estamos hablando de un cuento de hadas: ficharon talento de primer nivel y lo están aprovechando.

Jacob Schneider: Totalmente de acuerdo. Y quien diga lo contrario no entiende cómo funciona el fútbol profesional. Este PSG no tiene una figura central: es un equipo que se nutre del trabajo colectivo. Mbappé necesitaba ser el centro de todo. Ahora, no importa si es Dembélé, Désiré Doué, Bradley Barcola o incluso Kvaratskhelia, todos juegan para el equipo, no para su lucimiento personal. Su salida a Madrid fue el desenlace ideal: el club se desprendió de una estrella que pedía un escenario aún más grande, y eso les permitió evolucionar como conjunto.

Ryan Tolmich: En el mundo del básquet, esto sería lo que Bill Simmons llamó la “Teoría de Ewing”: cuando el mejor jugador se lesiona o se va, el resto del equipo se une, da un paso adelante y alcanza un nuevo nivel de rendimiento. Algo así ha pasado con el PSG. Sí, perdieron una pieza fundamental, pero la reemplazaron con las adecuadas. No están en la final solo porque se fue Mbappé, pero sin él, han logrado convertirse en un equipo mucho más completo.

Tom Hindle: A menos que haya una transferencia importante, no parece que vaya a suceder pronto. Tal vez si Antonee Robinson ficha por el Liverpool, podríamos verlo en una final el próximo año. Fuera de eso, todo apunta a un proceso a largo plazo con otros jugadores. ¿Weston McKennie con una carrera de ensueño en dos temporadas? Suena poco probable. Así que, por ahora, lo más sensato es prepararse para una larga espera. Y no, no compro ese discurso de que Cavan Sullivan o Diego Kochen ya están listos para ese nivel.

Jacob Schneider: Voy con una opinión un tanto polémica: si Caleb Wiley logra consolidarse en el Chelsea, él podría ser el indicado. Está en una posición privilegiada dentro de un club que, en un par de años, podría competir seriamente por la Champions. Pulisic tendría que salir de Milán si quiere otra oportunidad real. Lo mismo aplica para McKennie o Weah en la Juventus. A mayor escala, pondría atención en Cole Campbell. Tiene las herramientas para destacarse en un club grande de Europa. Y si Cavan Sullivan llega al primer equipo del Manchester City en cinco años, no descartes que tenga su oportunidad en el escenario más importante.

Ryan Tolmich: Me la voy a jugar con un nombre que pocos ven venir: Diego Kochen. Para empezar, tienes que estar en uno de los 10 mejores clubes del mundo para siquiera soñar con jugar una final de Champions, y Kochen ya está ahí. Hay mucha gente —de ambos lados del Atlántico— que confía en su potencial. No sabemos si llegará a ser titular en el Barça, pero todo indica que podría convertirse en un arquero de primer nivel. Si el club maneja bien la transición en la portería y todo encaja —y con eso me refiero a todo—, algún día podríamos ver a Kochen bajo los tres palos en una final europea.

Tom Hindle: Me quedo con el Inter. El PSG es realmente muy bueno y lo que hicieron ante el Arsenal fue impresionante… pero, seamos sinceros: era el Arsenal. El Inter eliminó a un equipo más sólido y, además, ya sabe lo que es estar en este escenario. También hay que decirlo: es un equipo mucho más fácil de querer. Coraje por encima de las “vibras”.

Jacob Schneider: El PSG es, sin duda, el equipo más entretenido de ver. Si disfrutas de un pase filtrado preciso, una gambeta elegante o una rabona bien ejecutada, este es tu equipo. Tienen ese encanto despreocupado, pero letal, que recuerda a los grandes clubes de mediados de los 2000. Te dan ganas de apoyarlos. Pero el Inter es pura resiliencia: un equipo que se niega a rendirse. Si juegan a su máximo nivel, cuesta imaginar que dejen escapar esta oportunidad.

Ryan Tolmich: Este año, el PSG tiene la salsa. Por fin aprendieron a construir un equipo en torno a su talento, en lugar de simplemente complacer a sus estrellas. Tienen a varios de los jóvenes más talentosos del mundo, y ya no se ven tan “verdes”. Mientras tanto, el Inter es muy bueno, pero no parece estar en esa categoría de excelencia. Mi apuesta: una última chispa de magia parisina para coronarse por fin en la cima del fútbol europeo.