Cómo el Barcelona de Xavi pasó de campeón de La Liga a "uno de los peores equipos de Europa" en sólo seis meses

Cualquiera que viera los números defensivos del Barça la temporada pasada podría saber que eran insostenibles. Los blaugrana mantuvieron la mayor cantidad de porterías a cero en Europa y solo encajaron 20 goles en La Liga. Marc-André ter Stegen hizo una campaña extraordinaria, y una zaga asfixiante concedió muy pocas oportunidades. Todo eso es imposible de replicar.

Una mirada a la campaña europea del Barça, que estuvo marcada por cómodas derrotas a manos del Manchester United y el Bayern de Múnich, sugirió que había formas de vencer a este equipo. Alguien simplemente tenía que descubrir el cómo. Y las respuestas se han revelado por sí solas. Fundamentalmente, al Barça le resulta demasiado difícil defender los contraataques.

El Girona les apaleó cuatro veces en transición, mientras que Rayo Vallecano, Amberes, Granada y Villarreal hicieron lo mismo. Han concedido dos goles en menos de 60 segundos esta temporada, mientras que Ter Stegen, ahora lesionado, simplemente no está repitiendo los milagros de la temporada pasada.

Un cambio en el mediocampo tambén ha tenido impacto. Principalmente, la pérdida de Sergio Busquets. Xavi revitalizó su carrera la temporada pasada, pidiéndole al veterano pivote que jugara mucho más atrás, ganara duelos y circulara la posesión. Al minimizar sus carreras, Busquets se convirtió en un defensor mucho mejor.

Ese impacto no ha sido reemplazado del todo después de que el español se mudara al Inter Miami de la MLS. La inconsistencia en la línea de fondo tampoco ha ayudado. Durante la mayor parte de la segunda mitad de la temporada pasada, Xavi jugó con Jules Kounde, Ronald Araujo, Andreas Christensen y Alejandro Balde. Hubo cambios: Jordi Alba, por ejemplo. Pero esa unidad estabilizó las cosas en la retaguardia.

Esta temporada, sin embargo, Xavi ha hecho algunos retoques. Se contrató a Joao Cancelo, mientras que Araujo ocasionalmente ha sido colocado en el lateral derecho. El resultado es una falta de continuidad y una defensa que no siempre parece del todo cohesionada.

La temporada pasada, Robert Lewandowski parecía uno de los mejores fichajes del verano. Sí, tenía 33 años. Sí, probablemente el Bayern ya no lo quería. Pero seguía siendo un futbolista de élite. Y así lo demostró, ganando el Pichichi y siendo indispensable para ganar LaLiga.

Este año, sin embargo, las cosas han cambiado. Lewandowski no se ha caído por un precipicio. Futbolistas así de buenos no pierden repentinamente su calidad ni dejan de cumplir por casualidad de cara a la portería. Más bien, el caso de Lewandowski es el de un delantero veterano que no ha estado dispuesto a cambiar su juego.

Es fácil ver su frustración. El Barça no está creando todo lo que debería, sobre todo teniendo en cuenta el calibre de jugadores que tiene en su equipo. Lewandowski ha sido tan prolífico gracias al servicio regular que ha recibido. Cuando eso se agota, su instinto es encontrar nuevos espacios o adentrarse más en el mediocampo. Estas cosas son difíciles de hacer a los 35 años, incluso para uno de los grandes delanteros del fútbol.

El resultado ha sido ocasiones perdidas, malos pases y una falta general de agudeza en zonas clave. Los números de Lewandowski no son terribles (ha marcado ocho goles en La Liga), pero está lejos de su mejor nivel, el que le llevó a merecer el Balón de Oro hace tres años. Además, cualquier equipo tendría dificultades cuando su hombre principal falla de esa manera.

Pero Lewandowski no es el único. El delantero quizás tenga aquí una excusa. No es fácil hacer cambios como futbolista al final de toda una carrera, especialmente para alguien tan bueno en su trabajo. En otros lugares, sin embargo, hay relativamente pocas excusas.

Kounde, Balde y Raphinha están muy por debajo de su mejor nivel y no han brindado el tipo de regularidad que los convirtió en piezas clave en la racha ganadora del Barça la temporada pasada.

Kounde, en particular, es un caso interesante. Fue un lateral derecho inmensamente efectivo la temporada pasada, siendo uno de los mejores defensas del mundo en su posición. Ahora pierde habitualmente sus duelos uno contra uno en zonas centrales y ha cometido un puñado de errores costosos en momentos clave.

Balde también parece haber dado un paso atrás. Su situación es curiosa. El lateral izquierdo parecía listo para entrar definitivamente en el primer equipo después de que Alba se marchara a la MLS. Pero su carrera se ha estancado y Balde lucha ahora por apropiarse del puesto. Las lesiones no han ayudado, pero el lateral izquierdo solo ha sido titular en tres de los últimos cinco partidos de La Liga de los blaugrana.

La idoneidad de Xavi como entrenador nunca ha sido cuestionada. Se enfrentó al escrutinio de los medios durante partes de la temporada pasada, especialmente cuando el Barça no logró pasar de su grupo de la Liga de Campeones, y ciertamente puede ser criticado por derrotas en varios partidos importantes durante su mandato.

Sin embargo, hasta hace poco no se habían producido verdaderos agujeros en el sistema del entrenador. Aunque claramente se trata de un hombre que conoce el club y tiene una visión táctica de cómo debe funcionar su equipo, la falta de un 'plan B' es evidente. Las tácticas del Barça se han vuelto un poco obsoletas, y el técnico insiste en seguir con un pseudo-4-4-2 que se transforma en un 3-2-5 en posesión.

Todo en el Barça es predecible. Raphinha siempre cortará por dentro. Joao Félix siempre intentará atraer defensas. Lewandowski siempre caerá al espacio. Balde siempre intentará correr por la izquierda. Aquí no hay variación, no hay improvisación. Ha habido algunos intentos vagos de cambios. Ilkay Gundogan ha jugado más arriba en el campo. Cancelo ha sido probado en el centro del campo. Balde, por alguna razón, ha sido desplegado como central. Pero nada ha funcionado y, como resultado, el Barça ha sufrido.

El Barça ha sufrido un infierno de lesiones. Ter Stegen, Gavi, Pedri, Lewandowski, Balde, Kounde, Araujo, Raphinha, De Jong e Íñigo Martínez han sufrido lesiones en varios momentos de esta temporada. En un momento dado, los blaugrana se quedaron sin seis jugadores del primer equipo (da la casualidad de que ese era el fin de semana del Clásico).

Las lesiones le ocurren a cualquier club de fútbol. El Real Madrid, en teoría el rival más evidente por el título que tiene el Barça, ha sufrido tres roturas del ligamento anterior cruzado esta temporada, además de innumerables bajas. Pero el Barça no tiene la calidad ni la experiencia del equipo de Carlo Ancelotti. No pueden recurrir a Luka Modric si quieren un respaldo confiable, ni tirar de Federico Valverde para piernas frescas en el mediocampo.

El Barça quizás podría haber fichado de manera más efectiva (hablaremos más sobre esto más adelante). Y podría haber administrado los minutos de manera más inteligente. De cualquier manera, simplemente no tienen profundidad de plantilla una vez que llegan las lesiones.

Y una ausencia se ha sentido más profundamente que otras. Gavi ha sido durante mucho tiempo un punto de discordia entre los aficionados al fútbol. Los culés afirman que el centrocampista español es el alma de este equipo azulgrana, una presencia omnipresente que mantiene al equipo de Xavi funcionando. Otros, concretamente los madridistas, lo consideran un futbolista que va al límite de las reglas del juego. La realidad probablemente esté en algún punto intermedio.

Pero de cualquier manera, es un jugador inmensamente importante para su equipo. Gavi ha sido una constante en este equipo del Barça durante los últimos 18 meses, jugando en las cuatro posiciones del mediocampo y, en ocasiones, como lateral. Es el jugador que inicia la presión, gana los duelos y rompe líneas cuando tiene el balón.

Es lamentable, entonces, que sufriera una rotura del ligamento anterior cruzado en un partido internacional sin importancia para España en noviembre. Xavi ha lamentado repetidamente su ausencia desde entonces, señalando en numerosas ocasiones que el Barça no es el mismo equipo sin él en el mediocampo. y el tiene un punto de razón. Sin Gavi, el Barça no es el mismo.

Yamal irrumpió en la escena en el trofeo Joan Gamper en agosto, orquestando la remontada contra el Tottenham en una actuación que recuerda a la que realizó un tal Lionel Messi en el mismo estadio, más de 15 años antes y contra la Juventus.

El entusiasmo creció constantemente a partir de ahí, Yamal tuvo protagonismo varios partidos después, ganándose una convocatoria con España y convirtiéndose en el goleador más joven en la historia de la selección nacional. El nuevo Messi parecía haber llegado.

Las cosas no han ido precisamente bien desde entonces. Yamal ha aparecido en algunos momentos, pero Xavi se ha mostrado reacio a dejar que el joven se desenfrene, conservando sus piernas y, a menudo, utilizando a la última joya de La Masia como revulsivo.

Probablemente sea una decisión sensata, especialmente teniendo en cuenta el potencial ilimitado del extremo. Pero Raphinha, el hombre que lo echó de la alineación, no está en buen nivel. Yamal ha sido titular en siete de los 17 partidos de La Liga. Quizás sea hora de aumentar esas cifras. La renuencia de Xavi a utilizar su amenaza de ataque más impredecible le está costando caro a su equipo.

El Barça, recuerden, todavía está en profundos problemas financieros, y las llamadas palancas de Joan Laporta solo alivian temporalmente los factores de estrés monetario que han plagado al club durante los últimos tres años. Dicho de manera más simple: el Barça está arruinado.

La respuesta fue una incorporación deficiente a la sala de máquinas, un central agente libre y otros dos fichajes cedidos de alta calidad, pero fundamentalmente defectuosos.

Oriol Romeu no ha conseguido convencer hasta el momento. Supuestamente es un sustituto confiable pero de bajo presupuesto de Busquets, pero sólo ocasionalmente llena los huecos que necesitan ser tapados.

Joao Félix ha mostrado momentos de brillantez, pero la inconsistencia ha seguido paralizando su carrera.

Joao Cancelo tiene un pie derecho maravilloso, pero no tiene una posición natural en el campo.

Íñigo Martínez es poco más que un respaldo sólido. Lograr una buena ventana de transferencias no es fácil. Para clubes de la magnitud del Barça, que esperan grandes fichajes, es aún más difícil.

Y cuando los nuevos fichajes no funcionan, se nota. Xavi y compañía no han acertado.