Domingo 11 de noviembre de 1992. Por la décima fecha del Torneo Apertura, el Boca de Óscar Tabárez, líder del campeonato con 14 puntos, recibe al River de Daniel Passarella, escolta con tres unidades menos. Mezclado entre el público de la segunda bandeja de la popular local de La Bombonera, Diego Armando Maradona alienta al Xeneize acompañado por su padre Chitoro, su esposa Claudia Villafañe y el actor Carlos Calvo.
Después de un primer tiempo cerrado, donde el Xeneize había sido algo más, a los tres minutos del complemento llegó un tiro libre para el local. José Luis Villarreal intentó rematar al arco, pero su disparo se desvió en la barrera y la pelota le cayó a Sergio Daniel Martínez, quien le dio de media vuelta a la altura del punto penal y la colocó junto a un palo. El Manteca, enardecido, se quitó la camiseta, corrió hacia la línea de fondo, pasó por encima de los carteles publicitarios, saltó hacia el alambrado y comenzó a trepar por la red metálica. A 450 kilómetros de Buenos Aires, en la localidad uruguaya de Salto, la imagen quedaba instalada para siempre en la retina de un chico de cinco años que todavía ni se imaginaba que iba a ser una estrella mundial.
31 años después de aquel triunfo 1-0 del Xeneize, que terminaría consagrándose campeón del certamen, ese gurí que ahora es Edinson Cavani tendrá la gran oportunidad de emular a su ídolo en el primer Superclásico que disputará en su carrera.
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