El hecho es que Brasil aún logró clasificarse con comodidad, superando a Paraguay por diferencia de goles para asegurarse un puesto automático entre los seis primeros, mientras que Bolivia quedó ocho puntos atrás en séptimo lugar. Esto recuerda su camino hacia Corea del Sur y Japón en 2002, cuando Brasil sumó apenas 30 puntos en la fase de clasificación, pero se coronó campeón de la Copa del Mundo, ganando los siete partidos del torneo y anotando 18 goles.
En aquel entonces, el poder ofensivo de Ronaldo, Ronaldinho y Rivaldo resultaba imparable para cualquier rival. El entrenador Luis Felipe Scolari era la envidia de todos sus colegas por la calidad ofensiva de la que disponía. El próximo verano, cuando el torneo se celebre en Estados Unidos, Canadá y México, Carlo Ancelotti podría encontrarse en una situación similar.
Esta versión de Brasil no cuenta con un jugador que iguale individualmente a alguno de los tres Rs en brillantez, pero probablemente posee una fuerza aún mayor en profundidad. Una prueba reciente de ello fue la aplastante victoria amistosa 5-0 contra Corea del Sur, donde el prodigio del Chelsea, Estêvão Willian, y Rodrygo anotaron un doblete cada uno, antes de que Vinicius Jr se sumara a la fiesta.
Defensivamente todavía existen fallas por corregir, pero si Ancelotti logra encontrar el equilibrio adecuado en la delantera, estos problemas podrían volverse irrelevantes. El factor intimidante de Brasil está regresando lentamente, junto con el característico estilo de juego 'joga bonito' que los ha definido durante tantos años.






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