Era un descontrol. Hoy por hoy es impensado, pero esa cancha desbordaba de gente que no podía estar allí. Las imágenes muestran la cantidad de fotógrafos que había aquel día. Pero ese no fue el problema. Sí lo fue que se metan en la cancha a gritar cada gol que marcaba Colo Colo, y a cargar a los jugadores argentinos.
El clima estaba muy tenso. La serie era sumamente pareja y las provocaciones venían de ambos lados. Latorre descontó -en realidad empató la serie- y festejó con burlas hacia la gente.
El tercer gol del Cacique desbordó todo. Cientos de personas que no deberían estar allí ingresaron a festejar y a burlarse de los rivales. Cuenta Navarro Montoya que los fotógrafos, además, lo escupían en cada saque de arco.
Y todo terminó con una batalla campal. Muchachos tranquilos y siempre correctos como Batistuta y el Maestro Tabárez se veían enfurecidos. Incluso, el DT, con la cara ensangrentada por las agresiones.
La batalla no incluyó sólo a jugadores de Boca y Colo Colo. Sino que los xeneizes enfrentaron a los carabineros y a todo ese mundo de gente que no debía estar allí. Insólito: los fotógrafos revoleaban sus cámaras y las usaban como un arma para agredir a todo aquel que tuvieran enfrente. Los carabineros dieron rienda suelta a sus perros entrenados, que, entre otras cuestiones, mordieron al arquero de los de Tabárez. Blas Giunta y el entrenador quedaron detenidos. Increíble.
La Conmebol dio por terminado el partido y Colo Colo se clasificó a la final, que, posteriormente, ganaría y se consagraría como el único chileno de la historia en ganar la Copa Libertadores.
